Las mejores películas de 2017 (Vol.2)

Termina el año y aquí continúa la lista que propone algunas de las películas más interesantes y sugerentes que ha dado este 2017:

#10 – El autor (Manuel Martín Cuenca) – Si Caníbal era una suerte de ‘Vértigo’, con aquellas hermanas gemelas que aparecían y desaparecían de la historia, El autor es la personal ‘Ventana indiscreta’ del realizador, con ese protagonista (magnífico Javier Gutiérrez) observando a sus vecinos para poder inventar ficciones. Un soberbio ejercicio sobre cómo moverse entre géneros cinematográficos sin que el relato pierda su identidad ni su coherencia. Una película de engañosa ligereza.

#09 – Guardianes de la Galaxia vol.2 (James Gunn) – No es un espectáculo redondo, ni tan siquiera un relato que se baste a sí mismo para despegar, pero sí es una película importante. Ningún otro filme ha hablado mejor del momento que vive el Hollywood de su tiempo: los personajes se odian a sí mismos, se han hartado de la obligación de salvar el mundo, pelean a muerte con sus familias entre bastidores y se han dado cuenta de que esta nueva familia, su nuevo grupo, tampoco puede ser su refugio. En un año plagado de películas superheroicas, resulta fundamental una película que ponga en crisis el concepto de héroe que está intentando vender la gran industria. (Crítica completa)

#08 – Kékszakállú (Gastón Solnicki) – Lo que empezó siendo un documental sobre la infancia de un grupo de niños se terminó por convertir, durante la gestación del rodaje, en una ficción sobre un personaje a punto de convertirse en adulto. Desde la incomunicación que viven los niños hasta el momento en que la joven protagonista se da cuenta de que no encaja en el lugar donde ha nacido, el filme de Gastón Solnicki cuestiona las convenciones sociales con un solo tiro de cámara, sin necesidad de palabras. Con la ópera Barbazul de Béla Bartók como punto de partida (de ahí el título de la película), las imágenes se transforman en hermosos desafíos visuales que recuerdan el poder del cine para contar ideas a través de la simple fuerza del plano.

#07 – Billy Lynn (Ang Lee) – Lo que parece la anodina historia del soldado que vuelve a casa convertido en héroe, sirve a Ang Lee para deconstruir los valores occidentales que definen qué es el éxito y de qué discutibles formas se obtiene. La película está plagada de una ironía que no teme servirse de clichés evidentes si eso le permite cuestionar las raíces que sustentan todo lo que hay de ambiguo en el sistema. Cada movimiento de cámara parece motivado por este deseo de deconstrucción y crítica, lo que termina por convertir la conjunción de fondo y forma de esta película en un arma de destrucción masiva con apariencia inofensiva. (Crítica completa)

#06 – La chica desconocida (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne) – La habilidad de los hermanos Dardenne para adentrarse en el cine de género sin renunciar a su estilo, humanista y apegado a la realidad, sirve aquí para contar el relato de una doctora que establece una relación mesiánica con su entorno, a la vez que la película se transforma en una historia detectivesca. La mezcla es hermosa: mientras el cine negro hace avanzar la trama, los realizadores se preocupan por convertir a La chica desconocida en una historia profundamente humana, un cuento de luz.

#05 – Gorge Coeur Ventre (Maud Alpi) – Presentada por primera vez en Locarno en 2016, el filme de Maud Alpi empieza con la brutalidad del ser humano en el interior de un matadero y termina con un perro que abandona el lugar para terminar planteando un Edén del que el hombre ya no puede formar parte. Parece un milagro haber conseguido captar una mirada como la del animal, capaz de contar tantas cosas. La sensibilidad y potencia de las imágenes del filme parecen hablar por sí solas. Una película completamente libre, un poema sin palabras y una valiente advertencia.

#04 – Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve) – ¿Qué es una imagen? ¿Qué poder tiene sobre nosotros? Denis Villeneuve se sirve del universo distópico del filme original de Ridley Scott para crear un discurso sobre la imposibilidad de retornar a un lugar. La forma que toma la película, además, habla con belleza y rotundidad sobre la condición absurda de una secuela en el cine del presente. Los planos se dilatan en el tiempo, el silencio y el vacío se adueñan del relato, un holograma de Elvis intenta revivir al artista igual que estas imágenes intentan revivir el relato de 1982… Ya no queda nada de aquella película original, de aquel tiempo soñado, y convocarla es encontrarse con la nada. Cuando el holograma que convive con el protagonista intenta mimetizar sus movimientos con el de otra chica, la reflexión sobre el mundo de la imagen llega a su máximo esplendor: Intentamos perseguir las imágenes que hemos presenciado hasta que terminan construyendo todo aquello que somos. (Crítica completa)

#03 – Amante por un día (Philippe Garrel) – Puede que sea porque filma a su propia hija, Esther Garrel, o porque ha llegado a aprender cómo poner los sentimientos en imágenes. Lo cierto es que en este filme de Garrel se respira otra cosa, un tono crepuscular y, al mismo tiempo, una ternura que no tenían sus anteriores películas. El amor pasa por todas sus formas y manifestaciones a través de dos hermosos personajes femeninos. Un tratado sobre cómo filmar el llanto, sobre cómo filmar un rostro. Cuando Garrel filma de la misma manera las secuencias de infidelidad, está enviando también un poderoso mensaje a través de su cine, ideas complejas y poderosas que se manifiestan a través del plano y no del verbo. Por las pulsiones humanas que se atreve a narrar y por la manera de expresarlas, Amante por un día es tan esencial como conmovedora.

#02 – Hermia & Helena (Matías Piñeiro) – Se podrían proyectar todas las películas de Matías Piñeiro de una sola vez y formarían el hermoso caleidoscopio de una misma historia que se repite a través de diferentes rostros y de infinitas e inspiradas variaciones. En Hermia & Helena, sin embargo, ocurre algo diferente, algo que por primera vez trasciende al juego estructural, el gran arma de Piñeiro como narrador. La protagonista traduce a Shakespeare y el espíritu del escritor se filtra en el relato, la protagonista se enfrenta a la relación esquiva con su padre en una secuencia memorable pero las palabras, si bien son la principal baza puesta en juego, no son las protagonistas. Son las miradas, los movimientos de cámara que cuentan cosas, las emociones que atraviesan estructuras, las repeticiones que marcan el paso del tiempo, los detalles que transforman lo escrito en una hermosa materia cinematográfica, todo lo que hace de esta película la gran obra de Piñeiro. Y, posiblemente, también la gran obra del año.

#01 – Fajr (Lois Patiño) – Si es cierto que el encuentro con el otro nos transforma, si los espectros son metáforas de la memoria, si el canto es el gesto más intenso que proclama estar en el mundo, entonces el cortometraje de Lois Patiño puede considerarse una de las grandes piezas sobre la identidad que ha dado este año de cine. ¿Qué decir de una película que, en un precioso encadenado, hace que el mar engulla al desierto y, con él, desaparezca todo lo construido hasta entonces? Ensoñadora y concebida desde una admirable sencillez, Fajr se mueve a través de imágenes de actitud contemplativa en las que poder extraviarse. El tiempo, el espacio y la memoria se terminan abrazando.

 

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