La vida privada de Pippa Lee (Rebeca Miller, 2009)

Lejos de querer caer en el drama televisivo, y lejos de buscar ese drama como elemento único y superlativo, La vida privada de Pippa Lee podría situarse en ese género de películas salidas de la pluma de Noah Baumbach, salvando las distancias.

La película de Rebeca Miller, basada en su propia novela, vive y respira bajo la deconstrucción de un personaje que intenta sobrevivir en la jungla de su vida cotidiana haciendo gala de una falsa compostura y de una felicidad sólo aparente.

La intermitente recreación de un flashback que da sentido a toda la vida presente de la mujer termina fraccionando la película en dos partes que se suceden continuamente.

La Pippa Lee joven y adulta se pasean entonces casi al unísono, en mundos paralelos, mundos donde la redención de los errores pasados no es posible, y también a través de dos actrices diferentes, que terminan convirtiendo la época vital del rol conjunto que interpretan en dos personajes también diferentes.

Es evidente que la película hace aguas no ya en su locura estructural, que nunca llega a funcionar del todo pues nunca consigue profundizar del todo en ninguna de las dos historias, pendiente siempre de su estupenda pirueta narrativa, sino que los mismos motivos y razones que impulsan al personaje a vivir una vida llena de culpabilidad y de hipocresía resultan tan forzadas como inverosímiles.

Si en algo brilla la película, es por la intensidad de Robin Wright, su actriz principal y alma absoluta del proyecto. El retrato de una mujer exquisita y la decadente evidencia de sus miserias personales es electrizante, soberbio y a la vez comedido, lleno de una fuerza propio del estado de gracia de quien está en su madurez interpretativa.

El magnetismo de Blake Lively encarnando la época de juventud del personaje está también lleno de magnetismo, no gracias a un desafortunado guión que convierte sus líneas en un devenir de situaciones torpes y accidentadas,  sino a su belleza y su fuerza en pantalla, capaces de sostener en su rostro la excesiva duración de un flashbacks al que el filme vuelve constantemente para justificarse inútilmente.

Sorprende el reparto coral de la película, pleno de estrellas de fama mundial, y la buena dirección actoral de Rebeca Miller al frente de todos ellos, si bien la conversión de esta historia de la novela al cine, acelerando acontecimientos, representando otros de manera insostenible, y evidenciando una narración plana y banal en lo narrativo, resulta un completo fracaso.

La vida privada de Pippa Lee se convierte desde el primer minuto en lo que precisamente trataba de huir constantemente. Se trata de un drama de sobremesa más, plagado de caras conocidas.