Burlesque (Steve Antin, 2010)

No es ningún secreto que el musical moderno presenta con seguridad la peor cara del género en toda la historia del cine. Hace años que los números musicales se desligaron del argumento, y los contados éxitos de los últimos tiempos son simplemente desfiles de caras conocidas en películas mediocres con canciones en su interior.

Burlesque no es ninguna excepción. De hecho puede que sea el peor ejemplo en la filmografía reciente para analizar un género denostado y reducido al público más adocenado para el que lo importante es poder ver cantando a su estrella favorita. La cultura popular y los mitómanos ya se encargarán luego de ensalzar esos números musicales creyendo que tienen, en el fondo, algún tipo de valía.

Si la película tiene algo especial es su colorista diseño de producción. Bojan Bazelli, operador con más de treinta títulos en su haber, encuentra aquí su verdadera primera oportunidad de lucimiento, con un trabajo de fotografía, color e iluminación llena de texturas y formas que bien justifica un filme por sí solo.

Que su argumento sea una absoluta bobada parece no importarle a nadie, ni a una Cher satisfecha simplemente con que su personaje sea un auténtico ejemplo de integridad y buenas intenciones, ni a Christina Aguilera, que acapara casi la totalidad de los planos de la película, y que se esfuerza sobremanera en los temas musicales y en su aspecto y su presencia, si bien su calidad actoral no merece siquiera un comentario.

Lo realmente preocupante es que ni su música ni la puesta en escena de los propios números musicales resulten atractivos.

La adolescencia tanto como la banalidad se apoderan del relato, de sus situaciones arquetípicas, de su desarrollo previsible y poco interesante. Al finalizar la función, se tiene esa falsa sensación de bienestar que crean los guiones basados en fórmulas perfectas. Todas las ramas argumentales han sido resueltas, todos son felices y todos comen perdices rodeados de temazos, pero ninguno de sus argumentos ni de sus situaciones durará cinco minutos más en nuestra memoria al salir de la sala.

Para el mitómano o quizás para el público adolescente, Burlesque tal vez ofrezca algunos destellos de calidad que consiga nublarles la vista, creyendo haber encontrado El Bar Coyote de la nueva década, como si aquella fuese acaso un referente de calidad.

Para el resto, para el espectador de a pie, la película da justo lo que promete. Nada.