The Visitor (Thomas McCarthy, 2007)

Visitor

Enésima producción americana independiente de la nueva ola, esa que ha cambiado las tornas y que ahora permanece enfocada hacia las historias de adultos antes que de la juventud. Lo que salva a ésta de la pedantería de sus compañeras es la sencillez de su tratamiento a pesar de la profundidad de sus reflexiones.

 

Que el director deje de gustarse a sí mismo para sacrificar su narrativa en función del relato es también otro punto a favor que la distancia de las películas tipo de este género.

 

‘The Visitor’ comienza como el drama lacónico de un profesor de universidad aislado del resto del mundo pero pronto señala sus verdaderas intenciones: la de un drama social enfocado hacia la inmigración y las lagunas legales tras la paranoia de los atentados del 11-S que permiten la total impunidad de los órganos oficiales.

 

El cambio de registro no se nota, pues todo está encaminado a contar esa historia de la mejor manera posible: un hombre al que le importa bien poco su vida actual y que, a través del contacto con otras personas se ve envuelto en una problemática social que le afecta bien poco y de la que se ve inmerso total y emocionalmente al implicar a personas a las que ahora profesa su afecto.

 

El cambio de actitud del personaje principal (un soberbio Richard Jenkins que muestra ese cambio paulatinamente, tanto en su gestualidad como en su temperamento) está tan bien llevado y apoyado la película sobre éste que el éxito de la función está garantizada. La película, pequeña en sus pretensiones pero grande en sus reflexiones, se deja paladear con tantos aciertos que su visionado resulta tan llevadero como agradable.

 

La crítica al sistema social americano queda patente en el momento en que una bandera estadounidense, que permanece fuera de foco, rodea las historias de los personajes que, de repente, conforman el verdadero mundo afectivo del protagonista.

 

Lástima que las producciones de este género sigan teniendo un horrible concepto de la música, del diseño de producción y sean dueñas a su vez de una horrenda y arbitraria puesta en escena. Lástima que sigan reivindicando errónea y equívocamente la falta de importancia de estos elementos, que abandonan la película a su suerte y de la que, muchas veces, sólo cobra importancia el guión y nunca la propia filmación de esa historia.

 

No se trata de una manera diferente de hacer cine, se trata en realidad de no ser coherentes y pretender justificar la falta de medios aborreciendo gran cantidad de disciplinas cinematográficas y alejándola de la obra artística que pudiera llegar a ser, que terminan convirtiendo la película en aceptable, cuando podría tratarse de una obra muy buena.

 

A pesar de esa falta de elementos cinematográficos aquí despreciados, ‘The Visitor’ se las ingenia para que éstos pasen lo más desapercibidos posible, y el espectador se centre en la calidad de la historia, y en la interpretación de sus excelentes actores. No es la primera vez que un artefacto de estas características se sale con la suya.