Mapa de los sonidos de Tokio (Isabel Coixet, 2009)

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* Esta crítica puede desvelar partes importantes de la trama de la película.

 

‘Mapa de los sonidos de Tokio’ (nuevo nombre que puede unirse a la colección de preciosos títulos de la filmografía de su realizadora) es una película que juega a muchas cosas a la vez, y no consigue ninguna. Se trata de una historia de pérdida, de la pérdida de un ser querido y de la manera de afrontarlo. Se trata también de una historia de amor imposible y de sexo desgarrado, o al menos pretende serlo. Pero en realidad, no llega a ser nunca ninguna de estas cosas.

 

La última película de Isabel Coixet es, más que nunca, una colección de influencias que van desde los grandes nombres de la filmografía oriental hasta las películas y la música que adora la cineasta y que plasma en un collage no demasiado acertado.

 

Y no es acertado, en primer lugar, porque la base misma ya se aleja del cine que mejor sabe hacer la directora. El guión es una turbadora historia de asesinatos, soledades, sexo y dolor unidos todos en un vaivén que trata de crear un filme de aires oscuros y que al mismo tiempo sea narrado con voz en off por unas dulces palabras que nos recuerdan lo poético que está siendo todo en cada momento, para no olvidarlo.

 

La pretensión de Coixet traspasa las fronteras acostumbradas de su pequeñez y su intimismo, y convierte su película en un objeto pedante y sin identidad propia. La directora trata de emular el cine de autores como Wong Kar-Wai en la dirección y en la fotografía, sin conseguirlo nunca, y olvida su propio estilo personal. Lo que evoca la directora hace siempre que echemos de menos al original, y nunca aceptemos la nueva propuesta.

 

En esa búsqueda de emular otros estilos y de abandonar el propio es donde la película pierde todo interés y se convierte en un filme sin identidad, en una película plana donde todo lo que sucede carece de la fuerza narrativa necesaria. Los clichés entonces comienzan a sucederse uno tras otro, desaprovechando el enorme potencial de la premisa inicial de la historia y entregándose a una supuesta historia transgresora con el sexo como protagonista.

 

Finalmente, obviando ese happy ending barcelonés sacado de la manga, en el que la mujer que sacrifica su vida sigue siendo la gran heroína de la valiente autora a cambio incluso de que la cinta abandone cualquier coherencia que pudo tener, Coixet banaliza también uno a uno los conceptos que ha ido presentando y que pronto demuestra que no es capaz de controlar.

 

La muerte, que al comienzo de la película se muestra como un elemento que trastorna la vida de muchos que pierden al mismo ser querido, pierde todo su significado cuando otra muerte final resta importancia y lugar a aquella primera y de repente deja de usarse como tema principal para utilizarse como un fácil recurso narrativo.

 

Fallida película con unos excelentes Sergi López y Rindo Kikuchi, absolutamente entregados a sus personajes, pero presos de una historia plana y sin interés. En la pretensión desmedida, en la intención de emular a otros autores y en el caos narrativo es donde radican las principales razones del fracaso de este mapa de los sonidos.