11 – Saga (Brian K. Vaughan – Fiona Staples) – El octavo volumen de Saga pone en jaque algunas de las tramas que ya estaban abiertas, se revela como apasionante revisión del western cinematográfico y se atreve, como es habitual en esta colección, a dar un paso más allá, a sacrificar personajes, a avanzar a base de golpes, sello personal del autor. No es el volumen más brillante de la serie, pero es igualmente imperdible.
10 – Strangers in Paradise (Terry Moore) – La reedición en formato de lujo de este clásico de los años 90 supone una oportunidad de oro para revisitar una de las obras capitales de aquella década, ahora que ha pasado el tiempo suficiente como para que sus páginas sean, en cierto modo, también un ejercicio de arqueología que rescata los hábitos y las modas sepultadas por el paso del tiempo. Terry Moore lo hace todo en esta colección cuya trama pasa de la comedia romántica al thriller de manera fluida y llena de naturalidad.
9 – La joven Frances (Hartley Lin) – Una de las propuestas más libres del año, más llena de vitalidad, más preocupada por el movimiento de las cosas que de la propia trama, que no es otra que retratar el período en que Frances, la joven del título, se instala por fin en la vida adulta después de haber encontrado su primer trabajo tras salir de la facultad. Lo más asombroso de la obra es la manera con la que trata el paso del tiempo, de un fluir imparable, todo dibujado con un trazo irresistible.
8 – ¡A la aventura! (Alexis Nolla) – Recopilación de relatos cortos de uno de los autores españoles más interesantes de la actualidad, cuyos trabajos parten de una trama convencional para acabar en lo abstracto y adentrándose en reflexiones llenas de profundidad sin la necesidad de palabras. Dibujo, color y relato al servicio de un autor al que conviene seguir la pista.
7 – Black Hammer Vol.2 (Jeff Lemire, Dean Ormston, David Rubín, Dave Stewart) – Nada ha cambiado en la que quizá sea la obra maestra de Jeff Lemire como escritor, una revisión de la figura del superhéroe que aquí se desarrollará y enriquecerá conforme a la primera entrega, un volumen que fue elegido mejor cómic del ejercicio anterior. La serie corre el peligro de caer en la saturación a base de explorar en exceso sus tramas secundarias (ya ha aparecido el primer spin-off de la serie), de modo que su éxito pasa por ver hacia dónde avanza su tercer volumen.
6 – Mr. Milagro (Tom King, Mitch Gerards) – Una de esas obras a las que volver constantemente por la riqueza de sus tramas y por las capas de profundidad con las que Tom King ha enarbolado esta revisión de un superhéroe poco usual en las aventuras de la editorial DC. La compenetración entre ambos autores es absoluta (tándem que ya concibiera la interesante Sheriff de Babilonia) y aquí los logros son continuos: no sólo pone sobre la mesa la identidad del héroe que da nombre al cómic, sino que funciona al mismo tiempo como retrato de la primera paternidad y reconstrucción del escenario superheroico con el ánimo de entender hasta dónde puede llegar, cuál es su alcance y sus posibles potencialidades. Un cómic al que regresar pronto.
5 – ¡Universo! (Albert Monteys) – Un volumen compuesto de cinco historias cortas, todas con la ciencia-ficción y el humor como hilo conductor y, se diría, cada una más brillante que la anterior. Viajes en el tiempo, robots que se rebelan contra su programación, un fino sentido del humor y una brillantísima manera de representarlo en el papel. Una obra que trasciende al amante de la ciencia-ficción tradicional y que se revela como recomendación para cualquier lector.
4 – Caballero blanco (Sean Murphy) – El mejor cómic de Batman del año tiene como protagonista, en realidad, a su eterno enemigo, un Joker que aquí ha conseguido dominar su identidad como villano y se convierte en una figura política que intenta salvar Gotham desde una perspectiva diferente a la que acomete el héroe clásico desde la sombra. Posiblemente la obra maestra de Sean Murphy hasta la fecha, por encima de Punk Rock Jesus, al tiempo hermoso homenaje al superhéroe y sobresaliente cómic de aventuras, con continuas composiciones de página para enseñar en las escuelas. Su limitado formato, además, hace que el relato se convierta en una carrera vertiginosa, en una bala, un fogonazo de genialidad.
3 – Pantera (Bretch Evens) – Glorioso relato en torno a la pérdida de la infancia, a través de una niña que pierde a su mascota y entonces inventa a un amigo imaginario para poder sobrellevar el trauma. Las pinceladas de Brecht Evens, además de una belleza fascinante, no renuncian también a una cierta inquietud, la oscuridad de los miedos y los temores irracionales, algo así como la forma de un sueño, lleno de luces y oscuridad, de momentos luminosos y momentos tenebrosos. El sabor amargo de la historia se compensa con su precioso trabajo visual.
2 – Mi pequeño (Olivier Schrauwen) – Reedición de la primera obra de este genial autor europeo, visión surrealista de la infancia y también del ejercicio de la paternidad, todo desde la composición imaginativa y absolutamente libre, que no teme abandonarse al absurdo para retomar más tarde a sus personajes. Deliciosa oportunidad de reencontrarse con el primer y breve Schrauwen después de su ambiciosa y célebre obra, Arsène Schrauwen.
1 – Belleza (Hubert Boulard, Kerascoët) – Con la forma y las dimensiones de una fábula de corte infantil, Hubert Boulard plantea un relato en torno a los peligros del deseo a través de un personaje que le pide a un hada del bosque que su belleza sea admirada por todos. Aquella belleza recién heredada va a terminar provocando incluso una guerra civil, y eso es lo más interesante de la obra: la forma en la que su pequeña premisa inicial va aumentando en gravedad paulatinamente, la manera en que todas las tramas confluyen para convertir en terrorífico el deseo de la belleza superficial. Todo, además, dibujado con la habilidad de la pareja de ilustradores bajo el nombre de Kerascoët, que con un trazo engañosamente sencillo dan la forma definitiva a una obra imprescindible.