La llegada (Denis Villeneuve, 2016)

 

Aunque Arrival sea un filme sobre la vida de un personaje, Denis Villeneuve concibe una película sobre el lenguaje. Que el filme es sobre un personaje se desvela en cuanto se informa de una invasión alienígena en la televisión pero la cámara se queda observando el rostro de la protagonista. Y que Villeneuve dirija una película sobre el lenguaje se manifiesta no ya en el relato, que consiste en el intento de interpretar un idioma extraterrestre, sino por cómo el realizador aprovecha esa coyuntura para interrogarse sobre las posibilidades de cada elemento que construye la narración cinematográfica. En definitiva, Arrival viene a recordar que el cine es un lenguaje y que la trascendencia de una película viaja más allá de la consistencia de su argumento.

Y esa reflexión sobre el lenguaje acaba por impregnar cada disciplina de la película hasta dotarla de una asombrosa consistencia: la fotografía se plantea cómo iluminar un espacio temporal y otro para poder identificar presente y futuro con facilidad, el guión mide con cuidado las palabras que se dedican unos personajes a otros o, también, la banda sonora utiliza fragmentos de voz para elaborar una instrumentación electrónica a partir del sonido humano. Todo parece encaminado hacia un único lugar, hacia un solo objetivo, y esa es la gran virtud de Villeneuve como cineasta: saber apartarse, saber extraer de todos sus colaboradores las más altas cotas de excelencia y que brillen no por separado, sino en la armonía que generan como conjunto.

Por eso se trata de una película tan valiosa, más allá de su profundo contenido emocional o del inteligente devenir de la relación entre los alienígenas y la traductora. El gran desafío con La historia de tu vida, el multipremiado relato de Ted Chiang, estaba en la posibilidad de evitar todo intento por imponer la personalidad del director y abandonarse al oficio del artesano, el de aquel cineasta que deja de preguntarse «¿cómo puedo filtrar mi personalidad a partir de cada fotograma de lo que cuento?» para empezar a interrogarse sobre «¿cómo contar este relato de la forma más eficaz posible?».

Porque era muy sencillo, por ejemplo, abandonarse al plano secuencia cuando el personaje protagonista se aproxima a la nave alienígena, y sin embargo un corte de montaje vuelve a mostrar el rostro de la actriz en primer plano, para recordar de nuevo quién es la importante en esta película, a quién pertenece esta historia. En ese sentido lo que mueve a Villeneuve es el ánimo de mostrar la mejor entrada al relato, la puerta más accesible al interior de las costuras de La historia de tu vida. Quizás sea esa actitud la que ha permitido que este realizador haya salido airoso de cada nuevo género al que se aproxima. Arrival es la enésima de sus conquistas y sin embargo aún parece que, para Villeneuve, todo esté aún por decir.