Distribuida en nuestro país únicamente por el gancho comercial que le reporta el oscar a la mejor película extranjera, Despedidas es una de las propuestas más convencionales del cine japonés que inunda las pantallas orientales en la última década.
La mezcla de humor y emoción, siempre presentes en un flujo tan continuo e indisoluble como la vida misma, ayuda a hacer este tipo de filmes cercanos y directos, de gran calado en el espectador.
Despedidas es, en realidad, una historia con elementos muy clásicos del cine oriental contemporáneo. Lo que la hace original y diferente son sólo ciertos momentos, exquisitamente rodados, donde la película adquiere una fuerza artística que la eleva muy por encima de sus compañeras.
Se trata de una historia de tintes familiares, de búsqueda y de encuentros, de pérdida y de aceptación, de superación personal y de autorreflexión. La introversión y sensibilidad de lo contado también es una característica inseparable de este cine, ayudado aquí por una portentosa banda sonora de Joe Hisaishi, el gran maestro autor de las obras del Studio Ghibli o de los filmes de Takeshi Kitano.
Lo que inunda la película de unas aguas turbulentas en las que no consigue moverse con fluidez es su mezcla indiscriminada de tonos emocionales, que van en oleadas de uno a otro casi sin criterio alguno.
El humor, mostrado con tonos muy negros a través del trabajo de amortajamiento del personaje principal (las mejores escenas son justamente las que muestran con gran poesía su labor), transmuta en amor dos segundos después y en la misma secuencia, y la introversión personal del protagonista aparece en los momentos más insospechados.
Es esa mezcla de estados emocionales confusos que no consiguen encontrar nunca su equilibrio lo que echa a perder en cierta medida una película rodada con mucho gusto, repleta de una música maravillosa, pero que nunca alcanza la concreción de su tono ni de su mensaje. El deseo de abarcar todos los géneros, todos los estados, todos los públicos posibles, acaba vulgarizando en cierta medida la película y dispersando la belleza de su discurso en múltiples canales que no llevan a buen puerto.
*El estreno de Despedidas, a pesar de todo, es alentador. Que se haya distribuido en nuestro país es una oportunidad de que el público de a pie se encuentre con un nuevo cine, estimulante y emocionante a la vez, al que no tienen acceso debido a la falta de interés mostrada por él a este lado del mundo.