El mito señala a la Atlántida como la isla que desapareció a partir de una catástrofe natural, en un día y una noche terribles. El lugar invisible, la civilización perdida, el relato soñado. Por ello tiene sentido que un festival de cine, decidido a la cruzada de hacer visible ese cine cercano que no ha encontrado un cauce de distribución y se ha vuelto invisible en los últimos años, recupere el nombre de aquella isla para dar sentido al proyecto y otorgar a sus seleccionadas la condición de películas cercanas al mito. He aquí algunos apuntes en torno a una sugerente Sección Oficial, que entiende el riesgo como la gran aventura del cine y que señala nuevos caminos hacia el futuro.
Ali (Paco R. Baños, 2011)
Mientras la película presenta a una joven heroína, encarnada en una poderosa Nadia de Santiago, Ali relata también un estado de las cosas, un espíritu del país en el que la película ha sido filmada, que lucha por mantener su espíritu combativo. Pero también hay tiempo para el optimismo, no sin cierta ingenuidad, que se abre paso a través de las rendijas de unos tiempos cínicos. Ali es la heroína escondida en la rutina de lo cotidiano, una chica joven que se siente atrapada en un presente incierto y en un pasado que la persigue. Si la película sigue la estructura clásica de los filmes de buenos sentimientos es por la necesidad de que la carga emocional que sostiene su protagonista no desemboque en una tragedia sino, precisamente, en todo lo contrario.
Ausente (Marco Berger, 2011)
El filme de Marco Berger comienza con apreciable timidez, la misma de la que hacen gala sus personajes. Ante la imposibilidad de contactar con la familia, un profesor de instituto se ve obligado a cobijar a uno de sus alumnos en su casa. A partir de entonces, la película volverá una y otra vez a aquellos momentos como si diseccionara la relación entre ambos a partir de gestos sin importancia aparente. La tensión se crea casi de la nada, esa es su principal virtud, pues se trata de una tensión que respira sólo en el interior de ambos personajes y que nunca es capaz de salir a la luz. Una película cimentada en el gesto pequeño, en los silencios y en los tiempos muertos que aquí cobran un significado alejado de lo mundano o, si se quiere, más puro. A partir de un relato donde la identidad sexual juega un papel principal, filmar la intimidad cobra un nuevo y fascinante sentido.
Leones (Jazmín López, 2012)
Una radical celebración del plano secuencia a partir del cual todas las historias son posibles. Planos que parecen contener el mundo, hasta ahí llega una ambición que se alimenta de trascendentales silencios. La realizadora recicla el cine que le atrae y al que se siente cercana, convoca a sus maestros para poder representar la incertidumbre que se vive durante la adolescencia, además de orquestar una profunda y controvertida reflexión en torno a la muerte. Relato cíclico, cine de lo sensorial, poesía de gramática impecable, Leones es una película de delicado virtuosismo que no conviene juzgar a la ligera. Su ejercicio de vaciado argumental podría desquiciar al espectador menos avezado, pero la sinceridad de lo propuesto la acerca por momentos al panteón de aquellos autores a los que pretende emular.
Otello (Hammudi Al-Rahmoun, 2012)
Nueva ópera prima salida de la ESCAC. Si la obra de teatro es el referente literario y la película terminada supone el salto a lo cinematográfico, este Otello es el abismo que habita entre ambas. Está en la mitad del camino, observando cómo se filma esa adaptación a película, cómo se transforma la materia. Homenaje a los actores, a los que hacen posible el milagro y homenaje al proceso. También invita a la reflexión, pues no se trata de una obra condescendiente: el propio director esboza una tímida sonrisa cuando ve sufrir a sus actores al tiempo que su película avanza, lo que habla de la relación del creador con su obra y de su relación con el mundo que le rodea. La obra cambia, transmuta, avanza a través de los siglos, pero su tema central sigue afectando y conmoviendo a los hombres. Otello cambia de rostro, pero su mensaje permanece. Mientras, tras las cámaras, el filme de Al-Rahmoun muestra la cara oscura de lo artístico, que no entiende de vidas privadas.
Los increíbles (David Valero, 2012)
Un documental en torno a tres personas que padecen las angustias de la soledad no deseada. Tres historias independientes que, conjugadas entre sí a partir de un hábil montaje, tejen el mismo sentimiento partiendo de situaciones personales muy diferentes. Cabe discutir sus conquistas en el momento en que lo que otorga sentido a su fresca mirada viene de su campaña publicitaria y no de la película en sí. El tono íntimo con el que se ha conseguido filmar algunos momentos y la naturalidad que exhiben sus protagonistas cotidianos son las grandes virtudes de un documental que tiene más de reportaje televisivo que de relato cinematográfico. Los increíbles termina confundiendo la crónica social con las historias cotidianas reivindicadas como auténticas heroicidades. Una película con vocación de convivir con las antípodas del cine comercial pero que termina amparándose en la condescendencia con el espectador, a través de decisiones realistas pero poco honestas, para garantizar un discutible triunfo.
Mi loco erasmus (Carlo Padial, 2012)
El concepto de post-humor al que parecen haberse adscrito no pocos autores del audiovisual español contemporáneo nace en buena medida de su incapacidad para narrar, precisamente, a través del humor. Siempre será mejor inventar un nuevo concepto que disfrace esas incapacidades en lugar de asumir las propias limitaciones narrativas. La onda expansiva que empuja al fenómeno a convertirse en un éxito arrollador viene propiciado por sus propios colaboradores, que se elogian entre ellos, lo cual invita al escepticismo. El material con el que juega Mi loco erasmus no está exento de interés, en tanto que parte del deseo de un soñador que busca realizar un documental para terminar hablando en realidad de la obsesión del artista con su creación, al mismo tiempo que los agujeros negros que puede propiciar el acto creativo, un tenebroso e inquietante contraplano. La idea resulta sugerente y reflexiva en cuanto queda expuesta, pero se agota con rapidez. El film de Carlo Padial no deja de insistir en las mismas ideas, como si sostener el plano fuese ya sinónimo de excelencia creativa, pero esos recursos se revelan tan limitados como la historia que se cuenta. El film termina preso de la misma inmadurez e impostura con la que convive su relato.
Después de Lucía (Michel Franco, 2012)
Estremecedor relato del acoso escolar y de la reconstrucción familiar a partir de una puesta en escena tan sólida como sobria. Propone una sensación de orfandad a partir de la pérdida de un ser querido de la que ya no hay vuelta atrás. El mundo se fragmenta a partir de entonces y ya pocas cosas tienen sentido. La comunicación, o la falta de esta, puestas en un primer plano para contar la dura batalla que tiene lugar sólo en el interior de sus protagonistas. Michel Franco evidencia la transnacionalidad de su cine al fusionar las señas de identidad de un cierto minimalismo de mirada europea sin renunciar a la idiosincracia de su país de origen. Un cine que plantea duras preguntas y que intenta viajar un paso más allá del conflicto, alejado de toda intención aleccionadora. Sus imágenes son imborrables. El dolor que provocan, también.
Your Lost Memories (Alejandro Marzoa, Miguel Ángel Blanca, 2012)
Película de corte documental que acaba siendo víctima de la incapacidad de competir con su idea de partida, más vinculada con el evento en Internet que con lo cinematográfico. Partiendo de una web que recopila cintas extraviadas de Super 8 con la intención de hacérselas llegar a sus dueños originales, el film intenta proponer una reflexión en torno a la historia personal vinculada a la memoria fílmica, aunque sus ideas tengan más pasión que auténtica reflexión. Your lost memories parece más preocupada en poner en cuestión esa idea que parece inquietar a los realizadores, en la que el protagonista teje sus propios recuerdos a partir de las cintas que ha ido colocando en su página web y que pertenecen en realidad a otras personas. La película no puede competir en ningún momento, sin embargo, con la sugerente idea que da vida al proyecto en la web y termina convertida en un comentario reflexivo sobre la naturaleza de esas imágenes que no termina por cristalizar por completo. Al igual que su joven protagonista, Your lost memories deambula desorientada, fascinada por el poder evocador de las cintas de Super 8 y asfixiada por la respuesta entusiasta que despierta su propio trabajo de campo. El complemento termina convertido en el auténtico reclamo.
DOS. Una historia de amor, al revés… (Stathis Athanasiou, 2011)
Ejercicio cinematográfico en el que la intención de componer un relato de historias cruzadas parte de la mayor de las ingenuidades para terminar navegando en un mar de tópicos. La película, a caballo entre Atenas y Barcelona, discurre bajo una limitada capacidad narrativa que empuja al drama a adherirse a los pliegues de lo televisivo. Las dos parejas del relato son el reflejo de una misma cosa, pero su mensaje es en exceso aleccionador mientras sus recursos son puramente impostados. Son las trampas más comunes del cine de relatos cruzados, que empujan a un desarrollo que desemboque en la moraleja fácil y en el estereotipo que nace derivado de la falta de tiempo para desarrollar a los personajes con eficacia. Su inadecuada música y su acabado visual terminan por conferirle un aspecto amateur al conjunto. Una premisa sugerente para una película decepcionante.