Astro Boy (David Bowers, 2009)

Despojado de la mirada siniestra que tenía su Metrópolis, la adaptación americana de la serie de Osamu Tezuka se transforma en una simple caricatura infantil del significado de la singular serie de televisión.

Tratando de encorsetar la materia original en el armazón característico que luce el cine más adocenado, este nuevo Astro Boy se sirve del popular personaje nipón para dar origen a una película corriente, incapaz de distinguir la figura del niño robot frente a cualquier otro personaje del cine comercial reciente.

El único momento en que Astro Boy puede ser él mismo es en su premisa inicial. El momento en que un inventor atormentado por la muerte de su hijo crea un robot a imagen y semejanza de su ser más querido.

Cuando finalmente el padre reconoce su error y la imposibilidad de recuperar a quien ha perdido, reniega del robot y lo destierra. El robot, que lleva implantados los recuerdos del muchacho, no es capaz de distinguir entre su vida pasada y su nueva condición de robot. El hijo desterrado que debe abandonar el hogar, un comienzo lleno de crudeza que sitúa las bases de una película de animación notable.

Sin embargo, a partir de ese momento el argumento de Astro Boy irá siempre cuesta abajo, navegando por los devaneos del guión más común y menos interesante posible, los hilos argumentales más forzados, las evidencias más lamentables y el desinterés más absoluto.

Si bien la serie japonesa supo hilvanar el desarrollo de actividades dirigidas al público infantil a través de un discurso que bien podía calar hondo en el espectador adulto, la nueva película no sabe nunca de qué lado ponerse, y la combinación ambos universos resulta imposible en una narración estéril, incapaz de unir el relato infantil con la profundidad de discurso.

Cuesta creer que la versión original de Astro Boy haya alcanzado con esta versión americana la cima de su popularidad, una película que resta casi toda la amargura del relato de su autor y lo cambia con desidia por una historia del todo plana.

Es muy posible que Astro Boy sea, en el fondo, la clásica película de animación de nuestro tiempo: esa que, frente a un material absorbente y fabuloso, el miedo y la aversión al riesgo de los grandes estudios conviertan una historia maravillosa en la enésima película de acción carente de espíritu.