Anticristo (Lars Von Trier, 2009)

Antichrist

Dice Lars Von Trier que su película nace de un estado de profunda depresión, y lo que ilustra es, a partir de un argumento sencillo sobre la muerte de un hijo, lo peor del ser humano, el odio, el miedo, la culpabilidad, todo lo perverso y maligno que puede llegar a encarnar y que toma la forma de dos personas concretas en el filme.

A qué viene esa polémica arrastrada desde la presentación del filme en Cannes, si se trata del siempre polémico Von Trier? La respuesta no podemos por más que encontrarla en un enésimo truco de marketing de uno de los maestros en publicitar sus obras. Ahí está como el mejor ejemplo la ‘creación’ de un supuesto movimiento artístico como el dogma’95 simplemente para atraer la atención de crítica y público sobre el cine danés.

Después de un prólogo asombroso, donde se presenta ya el enorme virtuosismo con que Von Trier va a rodar toda su película convirtiéndola en una verdadera joya a nivel narrativo y de puesta en escena, los tres capítulos en los que se cimenta la película conducen sin remisión primero al duelo de la pareja, luego a enfrentarse a sus miedos, y finalmente al odio y la locura.

Como en todo Von Trier, el relato se termina disolviendo en su último tramo argumental, los personajes se despojan de toda su humanidad y lo salvaje, lo primigenio y lo bárbaro le toman el pulso a la propia condición humana y trata de cuestionarla.

Que el sexo y la violencia explícita estén siempre presentes, y esta vez de manera más dura y sobrecogedora que nunca,  no es de extrañar, confrontados a este relato y a las acostumbradas artes de su autor. La exploración del mal como elemento puro sí que es una novedad en su cine, y la manera de enfrentarse a ello es tan valiente como arriesgada, aún conociendo el gusto por la transgresión de su director.

La película va tomando nuevas lecturas en tanto que conocemos a los personajes, encarnados en dos poderosas interpretaciones. La obstinación de él en su papel de terapeuta ante ella, y la obstinación de ella en que el mal femenino siempre está presente en la naturaleza del hombre estrechan el círculo y conducen la cinta hasta su clímax final, siempre tan teatral como es también marca de la casa en el director danés.

Nace de sus manos en definitiva una película áspera, difícil de digerir, de múltiples lecturas, rica en matices y rodada con un virtuosismo y una belleza plástica pocas veces vista.

Es posible que necesite tiempo para encontrar su verdadero público, para proclamar su verdadero mensaje, cuando la publicidad y la polémica autogenerada se diluyen y sólo quede, finalmente, una apabullante obra maestra.