The Fighter (David O. Russell, 2010)

¿Era realmente necesaria una película como The Fighter? Bajo su apariencia de drama épico, se esconde el clásico film de boxeo construido en base a esa fórmula convencional con la que se edifican los dramas de sobremesa, revestido con un envoltorio de lujo que hace pensar en un discurso de altos vuelos. Nada más lejos de la realidad.

Basado en hechos reales, aparente requisito indispensable para hacerse con el corazón del gran público, la película cuenta la historia de superación personal de un joven boxeador anulado por su entorno familiar, a la vez que la historia de su hermano, marcada por las drogas y el fracaso personal más absoluto.

Mark Whalberg da vida al primero de ellos, bajo su habitual apatía y su incapacidad para comunicar emociones, hechos que irónicamente casan tan bien con el personaje al que interpreta. Christian Bale encarna bajo un histrionismo exacerbado al hermano drogadicto que arrastra con él a todos los de su alrededor.

Es posible que la actuación del segundo sea capaz de incentivar el poder enfrentarse a la cinta a través de su poderosa y desbordante creación, que por momentos hace olvidar la sensación de impostura con que está filmada toda la película.

Amy Adams, que encarna a la sufrida pareja del protagonista, también aporta ciertas dosis de autenticidad en un relato que pretende alcanzar cotas épicas pero que se hunde continuamente en los lugares comunes del biopic más previsible.

David O. Russell ya demostró su potencia visual y su capacidad para manejar un reparto de estrellas en Tres reyes y en Extrañas coincidencias, sus anteriores trabajos. Sin embargo, también demuestra que piensa siempre en fragmentos, en secuencias, y nunca en el resultado, en el todo. La película se convierte en una colección de anécdotas, una sucesión de escenas rodadas con brío, pero que no parecen tener relación la una con la otra.

Pero posiblemente el mayor problema de The Fighter sea su incapacidad para encontrar una identidad propia dentro del denostado y saturado cine con el boxeo como trasfondo.

Cuando trata de bucear en las profundidades de la miseria humana o filmar grandes combates, la sombra de Toro Salvaje es demasiado larga. Cuando intenta mostrar los períodos de entrenamiento o centrarse en la historia de superación, es inevitable que Rocky aparezca en nuestra memoria.

La película juega en todo momento a situarse a la altura de esos referentes, cuando en el fondo juega en la misma liga que películas menores como The Boxer, o Cinderella Man, filmes que tratan los mismos temas bajo un tono general claramente mediocre. En esa falsa creencia de tratarse a sí misma como una obra maestra, The Fighter encuentra su impostura definitiva.