Sweeney Todd (Tim Burton, 2007)

Sweeney

        El ritmo de producción de Tim Burton de casi una película por año comienza a pasar factura y a dejar en entredicho la capacidad creativa del director americano.

        Su nuevo filme se apoya en la temática, estructura y desarrollo del musical homónimo, pues su universo y el de Burton convergen de una manera absoluta y el argumento parece ser una más de las historias creadas por él mismo, con sus personajes atormentados, sus calles sombrías y una trama que oscila entre lo macabro, lo fantástico, lo romántico y la confusión entre búsqueda de originalidad y rebuscar cada escenario y personajes hasta convertirlos en histriónicos.

        Con una escenografía imponente y excesiva, tan excesivo y exagerado como el trabajo de Johnny Deep, la película discurre únicamente gracias a la estructura y la música que proviene de su material de partida. Hay sin embargo una aparente total apatía creativa por parte de Burton que parece conducir una narración plana hasta convertirla en rutinaria. Incluso en su forma de tratar el material y exponerlo, el director recurre a muchos de sus trabajos anteriores e intenta integrar lugares ya transitados para componer una recreación sin interés alguno.

        Obviando que la estructura y el argumento del musical es del todo previsible, y que se trata de un espectáculo sangriento que en manos de Burton lo es aún más, no nos queda nada bajo esa superficie. Sólo quedan los decorados, y tras éstos, una escondida nadería que trata de ocultarse bajo una falsa pretensión de entretenimiento que sin embargo se traiciona a sí misma en ese pretencioso plano final, de intenciones épicas y elevadas, nada justo para una película en la que no hay apenas ningún acierto.

        Burton repite concretamente la estética de su estupenda ‘Sleepy Hollow’, hasta el punto de que todo un personaje recuerda al que allí interpretase Cristina Ricci, y también ciertos decorados y secuencias. En definitiva, un reciclaje de sus propuestas poco bienintencionado que desemboca en un filme sin alma alguna, y que incluso delata la poca adecuación fílmica del musical en no pocos de los números que lo integran.

        Lamentable producción arropada por una gran orquesta y un excelente sonido, que resulta ser, de principio a fin, un pastiche de otras obras del director y que ésta vez no le permite alcanzar el éxito, sino que lo delatan como un director con unas ideas desgastadas, disfuncionales y carentes de frescura en una época en la que el cine americano parece apelar a la búsqueda de nuevas formas y lenguajes.