Sobre la (falsa) magia del cine

Es muy probable que si el cine volviese a repetir toda su historia desde su partida, el camino recorrido volvería a ser el mismo, como si el destino tratara de disfrazarse de un experimento continuo del lenguaje, en el que los cineastas han estado inmersos desde el principio.

Y tal vez, en ese mundo imaginario, las mismas argucias visuales se hubieran convertido nuevamente en los más hermosos fuegos artificiales, en las piruetas que conseguirían llamar nuestra atención como ingenuos espectadores por encima de todas las demás.

Pero el cine entonces se hizo universal, y con él, la cultura de cada lugar, y la visión de cada cineasta impregnaron un lenguaje cada vez más provisto de simbolismos. A los recursos visuales de la edad dorada de Hollywood terminamos por llamarlos, de manera equivocada, la magia del cine.

La imposición de esa falsa magia del cine ha terminado por ahogar e imposibilitar la total libertad del lenguaje cinematográfico. Si se toman unos ciertos recursos como la mayor fuente de placer posible, entonces la evolución del lenguaje ha terminado, y con ella también el propio arte de la representación.

Un artículo de Eduardo Losa, en el que comparaba una secuencia de Fuera de control (Mike Hodges, 2003) con otra de The man from nowhere (Lee Jeong-beom, 2010), me hace pensar que tal vez no estamos tan lejos de haber aceptado esa trampa de lo visual como la única moneda de cambio que aceptamos ya como lenguaje narrativo.

En una, Clive Owen se sienta ante un barbero para afeitarse y cortarse el pelo, tratando de recuperar su antiguo look. El uso de una elipsis hace que el actor aparezca afeitado y peinado en cuestión de segundos. Magia.

En la otra, Won Bin trata también de recuperar su identidad a través del corte de su pelo, algo que hace él mismo, como experiencia personal para recordar quién es él realmente.

Ante el gesto cargado de simbolismo del filme surcoreano, nuestra cultura de la inmediatez y el espectáculo pirotécnico siente rechazo. Ese gesto nos parece vacío.

El cine es uno de esos pocos lenguajes universales, pero estará siempre impregnado de la herencia cultural de quien está filmando. Acercarse a las imágenes de un cineasta sin entender su cultura ni sus referentes más próximos puede tener efectos devastadores frente a lo que se nos está narrando, y las lecturas que puedan extraerse de ellas acabarán siendo erróneas.

Si en el filme americano el corte de montaje relata la elipsis de una simple operación de afeitado, en el otro filme, sin embargo, lo que está ocurriendo es un gesto narrativo mucho más profundo. Se trata de filmar, a través de lo visual, el proceso humano de despojarse de todo lo anterior para comenzar una nueva época vital, una respuesta física a la inminencia de vivir un momento importante.

Por eso, Lee Jeong-beom lo filma sin artificios, como si presenciara una mutilación, como si fuese más que pelo lo que está cayendo al suelo. No es simplemente un corte de pelo para recuperar el aspecto de galán, como ocurre con Clive Owen, sino de mutilar los propios miedos para atreverse a enfrentarse a la incertidumbre. El acto de desprenderse de todos nuestros temores para poder afrontar un futuro incierto.

Tenemos, por tanto, unos fuegos artificiales frente al arte de lo profundo.

Evidentemente, nuestra reacción será más primaria en el primer término. La satisfacción es más inmediata, pero de menor calado. No dejo de preguntarme si realmente es algo que tenga que ver con nuestro gusto personal, o es una simple cuestión de educación formal y visual tras vernos inundados por unos ciertos códigos narrativos que han hecho que ya no seamos capaces de reconocernos más allá de ellos.

Pretender imponer un cierto estilo a las imágenes y a su manera de montarlas, o incluso de filmarlas, ha terminado por desembocar en una cierta muerte del lenguaje del cine. Y en una limitación de nuestra mirada.

*Este artículo nació como respuesta a otro escrito por Eduardo Losa (Dolovatti). Agradecer desde aquí su permiso para tomar las imágenes y mencionar su texto. Puedes leer el artículo original aquí  http://bit.ly/e0o96t