El problema con Woody Allen, uno de esos pocos autores que tienen el privilegio de poder rodar una película por año, es que reconocimiento y renombre van siempre por delante de su nueva obra. El listón está siempre a tal altura que el espectador y el crítico se ponen de acuerdo para no permitir al director neoyorquino salirse de un modelo estético y narrativo que enclava su obra en un no-retorno con connotaciones ambiguas.
Si bien esperamos cierto tipo de película por parte del autor, no estamos dispuestos a tolerar que la nueva entrega sea menos impactante, ni siquiera diferente a las anteriores. En resumen, si Si la cosa funciona (no podría haberse traducido con mayor desidia Whatever works) la hubiera dirigido cualquier otro, estaríamos hablando de una pequeña joya del humor. La pesada filmografía de Allen, sin embargo, la convierte en una más del montón.
Para quien pueda, sepa o quiera aguantar a Larry David como actor principal, encarnando con evidencia el alter ego del realizador en la pantalla, la película se dejará seguir con agrado, con una palpable planicie en su desarrollo, visitando situaciones comunes y previsibles en Allen que aportan poco a su trabajo.
Obsesión por la muerte, hipocondría, mal humor, libertad emocional, libertinaje, son algunos de los contravalores que encarna el protagonista, un monstruo que nace como herencia de la mirada cínica del autor que ya con los años aparece endulzada, apaciguada y casi condescendiente.
El regreso a Manhattan como escenario de la función es por supuesto de agradecer, sin embargo, salvando el ataque de nostalgia por una época ya pasada, es muy probable que su retorno obedezca más a razones puramente comerciales que a las artísticas. El contexto de su ciudad natal en una nueva comedia de tono menor parece buscar la redención por todos los atrevimientos artísticos de estos últimos cuatro años.
Estupenda Evan Rachel-Wood en un papel que recuerda mucho, salvando las distancias, al que Mira Sorvino regalase hace más de una década en otra película del director. También recuerda a otros muchos personajes anteriores, que se dan cita aquí a veces producto de la apatía creativa y otras veces de la mera incapacidad de renovarse.
Que el guión de Si la cosa funciona fuese escrito en los años setenta y recuperado ahora revela algunas evidencias que la película refleja con claridad. Muchas situaciones y personajes han sido ya utilizadas a lo largo de los años en otras de sus películas, y el acudir a un guión escrito hace casi cuarenta años pone en duda quizás la capacidad de Allen para mantener la envidiable costumbre de firmar una película al año.