Promesas del Este (David Cronenberg, 2007)

Promises

Como toda película que forme parte de una filmografía irregular, ‘Una Historia de Violencia’ abrió las puertas a la adoración de las nuevas generaciones de cineastas por el malogrado David Cronenberg, que volvía con fuerza gracias a una historia de la que se esperaba poco y que fraguó su éxito en una revisión muy particular del thriller, pero también se convirtió en una espada de doble filo al abrir la veda a la espectación desmedida de las siguientes obras del autor.

        ‘Promesas del Este’, como segundo escalón en esta nueva etapa del director, es la confirmación de muchas cosas.

 

En primer lugar, la del desarrollo de un nuevo estilo narrativo pulido y de brillante acabado, que obedece a la exploración del lado más oscuro del hombre y a las lecturas secundarias y más profundas de historias que rayan cerca de lo superficial. Nuevamente vuelven a ponerse en juego la crisis de identidad que vive el ser humano en la época actual, encarnada en un personaje que se define en una situación extrema. La ideología de que las identidades falsas y la búsqueda de poder a expensas de la propia identidad anulan finalmente a la persona está presente en ambos filmes tanto como estaba de manera menos evidente en muchas otras de las obras de Cronenberg.

 

En segundo lugar, es la confirmación de que ‘Una Historia de Violencia’ era una película aislada en cuanto a que supuso un acontecimiento cinematográfico. Esta nueva pieza maestra la iguala y tal vez supera en calidad estética y en carga de profundidad, pero es también un retorno a los innumerables defectos de su director, empezando por lo que él cree que es una narración contenida cuando en realidad se trata de ausencia total de ritmo. Cronenberg suele confundir la tensión emocional con la narración soporífera, al igual que el espectador poco avispado, y su nueva película no hace más que confirmar este hecho.

 

        Buena prueba de ello es la continua sensación de que el argumento espera algo, un giro, un acontecimiento, una subtrama que haga avanzar definitivamente la acción y que impulse a los personajes a abandonar la pasividad que los ahoga y que tomen decisiones por su propia cuenta. Incluso los riesgos que corren son consecuencia de la acción de otros sobre éstos, y nunca al revés.

 

        Viggo Mortensen, comedido y correcto en su actuación, se ve ensombrecido en numerosas secuencias por sus compañeros de reparto, que en más de una ocasión evidencian la carencia de fuerza tanto del personaje como del actor principal. Naomi Watts está simplemente correcta, pues no se espera nada más allá de ella ni de un personaje que hace bascular la película a la peligrosa línea de lo convencional.

 

        A pesar del poder estético y personal de la obra, ‘Promesas del Este’ no deja de ser una revisión ya conocida de los cánones del thriller, pasada por la tormentosa visión de un director creativo y de visión única, pero que vuelve a mostrar su cine tal como es, un cine pesado y de difícil acceso.