Planes para mañana (Juana Macías, 2010)

No es la primera vez que el cine español acomete una historia coral para desarrollar su argumento. De hecho es cada vez más común entre aquellos realizadores con muchas cosas que contar y pocos recursos propios para conseguir hacerlo de una manera eficaz.

Se ha convertido, pues, en el recurso fácil para aquellos guiones perezosos que desean abordar temáticas muy diferentes y no encuentren una solución mejor que saturar la historia con personajes diversos y situaciones que se entrelazan.

Lo que no es tan común es que una producción española se acerque al modelo que planteó González-Iñárritu en la trilogía que rodó bajo los guiones de Guillermo Arriaga, especialmente en Amores Perros, su devastadora ópera prima, al igual que ésta lo es de Juana Macías, y con la que comparte también su epicentro argumental: un accidente de coche.

Accidente que permitirá hablar de la vida y situaciones de diferentes personajes, siempre mujeres, en un momento en el que deben tomar decisiones importantes.

Ahí terminan las similitudes con la obra de González-Iñárritu. Juana Macías rueda su película centrándose en los tiempos muertos, buscando los ángulos de cámara menos explorados, hábil en la manera de retratar momentos cotidianos, y enamorada de los silencios.

La consecuencia del estilo de rodar y de la escritura de la autora implica que sus historias queden siempre abiertas, irresueltas, capaces siempre de encontrar un punto de fuga en el que escapar y huir del momento en que se cierre el relato.

La contundencia y el drama de sus premisas iniciales quedan descompensados más tarde por la falta de decisión a la hora de cerrar los argumentos. Posiblemente sea el mayor fracaso de la cinta, pues obliga a que también la película se centre, visualmente, en los tiempos muertos que Macías rueda y monta con brillantez.

Excelente reparto y cuidada dirección de actores para una ópera prima sugerente. Su valentía para acercarse a uno de los grandes modelos argumentales contemporáneos y hacerlo con eficacia, entrega y un toque de personalidad propia, ayudan a olvidar las posibles lagunas de sus historias o las aristas propias de una directora primeriza.

La mejor noticia es que a partir de ahora seguir a Juana Macías como autora será una aventura apasionante, una promesa de futuro en la que los silencios serán capaces de hablar, más que nunca.