Las mejores películas de 2017 (Vol.1)

Tiempo de hacer balance y de escoger, a modo de reivindicación y siempre desde la limitada perspectiva de la experiencia personal, algunas películas del año 2017 que merecen un acercamiento:

#21 – Until the Birds Return (Karim Moussaoui) – Desapercibida tras su paso por Cannes, este retrato de la Argelia del presente devuelve a la palestra la vigencia del relato de historias cruzadas, después de más de una década de producciones mediocres que auguraban la muerte del género. Moussaoui recrea con inaudita habilidad para la puesta en escena los problemas políticos, sociales y culturales del país partiendo de diferentes personajes pero, en lugar de saltar de uno a otro de manera cobarde para huir de las lagunas argumentales de cada episodio, abandona por completo a su anterior protagonista en un sugerente salto al vacío. El resultado no es una simple huida hacia delante, sino que muestra su capacidad para poner en valor cada historia anónima: todas las personas tienen algo que contar.

#20 – A Ghost Story (David Lowery) – ¿Es posible una película sin pretensión alguna que proponga, en pleno corazón del argumento, un fugaz y atrevido repaso a la historia del mundo? Quizás A Ghost Story sea un hermoso ejemplo de ello porque trata el tiempo de la humanidad como una simple unidad de medida, la medida de la espera. Sus imágenes son la forma en la que un espectro es capaz de experimentar el paso del tiempo. No hay ninguna ansia de explicar el mundo, más allá de explicar al personaje… (Crítica completa)

#19 – En la playa sola de noche (Hong Sang-soo) – Sorprende reconocer la mano de Sang-soo en un relato tan desolador como este y, al mismo tiempo, todo suena absolutamente familiar y cercano. Los juegos narrativos, tan propios del cineasta, se quedan aquí en un segundo plano para conseguir llegar hasta el corazón de su personaje: una joven que, en uno de los hallazgos visuales más hermosos del autor, siente que ha perdido una gran parte de sí misma tras amar a alguien que, literalmente, se la lleva en volandas para representar esa parte que se marcha para siempre. Como de costumbre en el cine de Sang-soo, todo parece soñado hasta que lo dolorosamente real irrumpe de súbito.

#18La vendedora de fósforos (Alejo Moguillansky) – “Y yo tengo que hablar de Franz Schubert”, contesta una profesora de piano cuando le dicen que tenemos que hablar de dinero. El diálogo casi parece una ocurrencia de los hermanos Marx, pero define muy bien el espíritu de la película: poner en cuestión las prioridades del día a día a través del juego. En ese circo resulta fundamental la presencia constante de una coreografía de las artes, que le otorgue sentido a lo que hacemos. De fondo suena Ennio Morricone, para recordar que aquella secuencia de Hasta que llegó su hora (Sergio Leone), con Claudia Cardinale atravesando la estación para llegar a la ciudad, también se construía a partir de una coreografía donde la música proponía un ballet en el que se sostenía el resto de la puesta en escena. Película imprescindible para recordar la importancia de la convivencia con las artes, de la trascendencia sobre ser un niño y lo que significa.

#17El futuro que viene (Constanza Novick) – Una película sencilla que narra la amistad de dos amigas a través de los años, desde su infancia hasta la edad adulta. Lo que convierte a esta película en un ejercicio especial es la dimensión de los saltos temporales que se atreve a dar continuamente, y la enorme habilidad de la cineasta para resituar la acción con muy pocos elementos, aún cuando haya quince años de diferencia entre una secuencia y la siguiente. Una alentadora manera de descubrir, en los terrenos del cine más convencional, la posibilidad de contar las cosas a partir de caminos diferentes y poder construir sorprendentes hallazgos narrativos.

#16 – Los desheredados (Laura Ferrés) – La autora de este cortometraje hace mucho más que, simplemente, ser testigo de los rastros de la crisis financiera: en Los desheredados conviven el retrato documental de un hombre ya mayor, heredero de la compañía de transportes de su familia, con una mirada profundamente épica de los acontecimientos, como si se tratase por completo de una ficción que poder construir a placer. La belleza y sensibilidad de la pieza pueden descubrirse a través de las decisiones de su directora, a través de un cuidado montaje que acentúa los aciertos del relato, o de una labor de fotografía que capta la luz con envidiable naturalidad. Además de ser una pieza de contundente autonomía, también anuncia la llegada de una gran cineasta.

#15 – The Florida Project (Sean Baker) – Con el deseo de hablar de qué ocurrió finalmente con el proyecto social y urbanístico que convertía Florida en un lugar próspero para la clase menos acomodada, Sean Baker se adentra en un edificio de apartamentos (regentado por Willem Dafoe) y la cámara persigue, a través de los vaivenes de los niños de la urbanización, todos los problemas cotidianos que acontecen en cada vivienda. Un relato coral que pasa de los niños a los padres, y de los padres al encargado del edificio. Tal vez el vaivén caprichoso de su construcción (y una resolución atropellada) haga que sus logros se extravíen, pero desde luego es una película a la que volver para tratar de reencontrarse con ellos.

#14 – Song to Song (Terrence Malick) – Tercera entrega de lo que podría considerarse una trilogía filmada bajo los mismos hallazgos recurrentes (tras To the Wonder y Knight of Cups), y la película más crepuscular de su autor (que no es poco hablando de un realizador que ha vivido siempre en el crepúsculo). Song to Song es la obra más libre salida de un estilo que comienza a mostrar signos de agotamiento, como la forma de relacionar a las parejas con el espacio a partir de su deambular o la manera de representar el paso del tiempo. Pero también es una obra que, sorprendentemente, escruta las formas de vida del presente de manera incisiva. Si Knight of Cups era un monumento que hablaba de la manera de entender las imágenes del futuro, Song to Song viene a contar lo que ocurre con nuestros sentimientos por el camino.

#13 – Europa (Miguel Ángel Pérez Blanco) – Se cumple uno de los sueños personales de quien suscribe, el de participar en una película susceptible de estar en lo más destacado del ejercicio, y finalmente ha ocurrido. Tras este impúdico acto de vanidad, señalar que el filme de Miguel Ángel Pérez combina la monumentalidad con el relato íntimo, la modernidad con un aire nostálgico por lo perdido. Una película inevitablemente ligada a una generación, incapaz de encontrar su propio lugar y vagando sin rumbo hacia la melancolía.  Un filme que se atreve a navegar en todo un universo de sombras hasta conseguir encontrar su propia y particular luz.

#12 – Personal Shopper (Olivier Assayas) – Una película importante por su capacidad para hablar de la fascinación que nos producen las imágenes y de nuestra profunda e intrincada relación con ellas. Si es cierto que el cine es el arte de hacer resurgir fantasmas, la película de Assayas sirve como poderoso testamento de aquella afirmación. En esa operación misteriosa que el realizador lleva a cabo, colocando a un interlocutor anónimo que se esconde tras las palabras de un chat en el móvil, puede encontrarse uno de los grandes momentos en los que el cine contemporáneo se ha enfrentado a la radiografía de su propio presente. Aún con todos sus defectos, un título imprescindible.

#11 – The Night I Swam (Damien Manivel, Kohei Igarashi) – Sólo un año después de la especialísima Le parc (2016), Damien Manivel ha vuelto a colocar su sensible y sugerente mirada hacia algo diminuto. Si, en la anterior, el primer rechazo amoroso de la adolescencia creaba todo un mundo de espectros, aquí el deambular es otro aún más invisible pero igualmente trascendente: el andar de un niño que parece descubrir el mundo por primera vez al salirse de la ruta hacia su escuela. Una metáfora del propio cine de Manivel, ayudado esta vez por otra mirada sensible, la de Igarashi: niños que juegan y se divierten descubriendo.

 

Las mejores películas de 2017 (Vol.2)