Cuesta creer que el realizador de For(r)est in the des(s)ert, un prometedor cortometraje español que alumbró la figura de Luis Berdejo como cineasta prodigioso, se haya abandonado a la industria americana más adocenada para firmar su primer largometraje.
La decisión parece sacar a la luz, una vez más, dos hechos de irrefutable actualidad: el primero es la imposibilidad de la industria del cine español para absorber las promesas de los nuevos cineastas, provocando que los mejores realizadores se marchen fuera de las fronteras del país.
El segundo radica en cómo los mejores cineastas prueban suerte primero en el mainstream, sujetos a las reglas de los grandes estudios y avalados por grandes productoras con la promesa de la distribución de la película bajo el brazo.
Lo que consigue Berdejo, bajo guión ajeno, es topar con todos los tópicos del cine de terror en una búsqueda de un lenguaje propio que nunca llega. Una historia del todo plana, absurda, basada en un relato corto que apenas tiene más que mostrar que su premisa inicial, y que no ofrece ninguna oportunidad al director de desarrollar su propio discurso.
Si hubiera que emparentar la cinta con otro producto salido de los últimos años del cine de los grandes estudios, la búsqueda desembocaría en Señales, de Shyamalan, que reemplazaba el terror fantástico por el mundo alienígena. ¿Acaso podría salir a flote una buena película cimentada sobre una referencia tan pobre?
Film que navega con un rumbo tan previsible como estático, insulso, falto de interés, un film lleno de los detalles sensoriales propios del cine de Berdejo que aquí se desaprovechan en una nadería argumental, con la pretensión de encorsetar la sensibilidad de un autor ingobernable a las premisas más obvias del cine de género.
Soportar o no a Kevin Costner es ya una cuestión personal después de haber asistido a las tres décadas de interpretaciones dispares de un actor irregular.
Alegra ver a Ivana Baquero en un personaje de difícil interpretación. La protagonista de El Laberinto del Fauno, que ya no es una niña, trabaja lo mejor que puede en un papel que le queda grande a cualquier chica de su edad y que, posiblemente incapaz de encontrar una orientación correcta hacia un papel ambiguo y mal construido, acaba naufragando junto al resto de la película.
Un cine que sale directamente en vídeo doméstico en su país de producción y que aquí se nos vende en pantalla grande. El único consuelo de la cinta es pensar que el proyecto pueda haber servido como parte del aprendizaje de Luis Berdejo, un cineasta que, aún a pesar de todo, sigue siendo prometedor.