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Se trata en realidad de la quinta entrega, pues existen de por medio subproductos y tele-series con el universo de la momia como protagonista, toda una franquicia que se ha sabido explotar y dilatar en el tiempo y que vuelve a aflorar ahora en lo que promete no ser la última aventura de sus personajes.
El problema aquí, cosa que no sucedía en las otras, es que amparándose en que los efectos especiales sostengan la película, nadie intenta ir más allá y la apatía se apodera de todos y cada uno de los elementos del filme para abocarlo a una planicie narrativa llena de fuegos artificiales.
Sin embargo lo que promete, lo cumple con creces. Esa pirotecnia parece no ser gratuita y estar siempre al servicio de una historia fantástica que, aunque parezca escrita para (y por) niños, alcanza cotas de una imaginación desbordante que saben convertir en realidad absoluta sus asombrosos efectos visuales.
La aventura intenta trazar un relevo generacional (como ya ocurriera con ‘Indiana Jones’) y traspasar parte del argumento al hijo ejemplar de la familia de héroes. Sin embargo nadie parece estar aquí a la altura de las circunstancias y las lamentables escenas que no son de acción resultan, en el mejor de los casos, escenas de humor.
Lamentable es también la ausencia de Rachel Welsz, única actriz que aportaba cierta dignidad al producto y que aboca a éste a una irremediable mediocridad actoral de la que no escapa ninguno de quienes trabajan en ella.
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