El cine está de enhorabuena. Alguien ha contemplado su vida pasada y presente y se ha aventurado también a desearle un feliz futuro. Mark Cousins extiende aquella labor que ya desarrollara a través de su libro homónimo, en el que proponía un estudio crítico sobre la historia del cine, y crea en esta serie un trabajo documental tan personal como sugerente.
La premisa del autor es, desde su comienzo, reconciliar al cine con las artes, vincularlo de nuevo a ellas desde su misma génesis. Su discurso está regido bajo una sola directriz: al cine no lo ha movido el dinero, ni las grandes estrellas, sino la pasión y la innovación. A partir de allí se detendrá solamente, cámara en mano, en aquellos lugares donde encuentre un auténtico sentido de la innovación, un verdadero salto hacia delante. De esta manera, The story of film es tanto una revisión de la historia como un ejercicio de justicia poética con ella.
También advierte que la historia del cine como la conocemos no ha podido evitar cierta tendencia al racismo. El presente ha olvidado aquellos lugares en los que nacieron las grandes ideas y se los ha terminado atribuyendo a un Hollywood que lo absorbe todo como un gigante sin rostro. De este modo, Mark Cousins trata de poner el ojo más allá de aquellas fronteras, allí donde la libertad creativa ha propiciado auténticos pasos hacia el futuro sin atender a las nacionalidades o a las razas de las que provienen. El autor parece no percibir que, en ese trabajo, termina cometiendo el mismo ejercicio de racismo en un sentido inverso. Reduce Hollywood a una burbuja de frágil equilibrio en el que todo es brillante, fastuoso y carente de originalidad. A partir de entonces tratará con desdén al grueso de las producciones que salgan de allí y con evidente adulación a las que se realizan lejos de sus dominios.
El triunfo de este documental es el de su mirada. Enamorado de aquello que cuenta y apasionado por la posibilidad de mostrarlo, Cousins da la vuelta al mundo para encontrarse con aquellos cineastas que hicieron posible el milagro de la creación. Durante su travesía filma también las calles, los lugares que fueron testigos de momentos importantes y que ahora tienen un aspecto diferente. Esas tomas parecen recoger que aún existe aquella agitación en el aire, como si aún quedase un olor especial en el aire, o todavía resonase en ellos la trascendencia de algo que ya pocos recuerdan. El realizador, además, intenta filmar esos paisajes con las mismas lentes con las que ha sido rodada la escena de una película que presenta a continuación, lo que pone de relieve su énfasis en mostrar la importancia de la manera de filmar para recoger la visión del mundo por parte del cineasta.
El documental se permite mostrar las escenas que comenta casi al completo, de manera que ver The story of film es también una historia de reencuentros, o como dice el propio autor, de disfrutar con el simple placer de mirar. Evita excesivos tecnicismos y apuesta por una poesía verbal más simbólica que pretenciosa. Nunca juzga lo que ve, trata siempre de ensalzarlo. Sus comentarios al tiempo que transcurre la escena, sencillos y atrayentes, empeñados en mencionar evidencias que terminan haciendo más atractivo aquello que antes nos resultaba del todo banal, son los causantes de un nuevo descubrimiento, que no es otro que el de apreciar la vida del cine como un auténtico milagro, de advertir las virtudes de su particular existencia. En ese repaso por la historia la mente recuerda al tiempo que la mirada redescubre.
Qué es el cine en quince horas. Una vez contemplado el enorme mosaico, es cita ineludible valorar el monumental ejercicio de síntesis que supone The story of film como manera de explicar más de cien años de vida. En ese sentido resulta importante ceñirse de manera profundamente analítica hacia el criterio con el que Mark Cousins ataca el proceso de revisión histórica para no dolerse con ciertas ausencias. Es inevitable no sentir cierto dolor cuando advertimos que aquellas películas que han sido importantes para nosotros en lo personal no tienen cabida aquí. De ese modo puede resultar chocante la ausencia de nombres como el de Paul Thomas Anderson, o la presencia casi anecdótica de David Lean frente al protagonismo excesivo de Paul Verhoeven. Cinco minutos de Starship Troopers pueden resultar, cuanto menos, llamativos. Pero la apuesta aquí es la de la búsqueda de la innovación, no de los momentos sublimes que hayan conseguido emocionar a ciertas generaciones de cinéfilos. De ahí las necesarias ausencias y de ahí el enorme triunfo de su valentía al renunciar a todas ellas.
Pero posiblemente el mayor de sus éxitos no sea el de la concisión, ni el del rigor analítico, ni siquiera el de la sencillez y la claridad expositivas. El verdadero triunfo es todo aquello que transmite a partir de una realización plena de sinceridad y de compromiso con aquello que cuenta. Es difícil no atravesar la experiencia sin el deseo contagioso de conocer, de continuar descubriendo, de continuar esa aventura. ¿Puede haber un éxito mayor? Bajo esa forma de mostrar el pasado, apasionada y carente de toda pretensión, The story of film renuncia a ser una ampulosa enciclopedia para convertirse en un inspirador paseo por el mundo. Una de las miradas más honestas hacia el cine jamás filmadas.