Karate Kid (Harald Zwart, 2010)

Lo menos que puede decirse del nuevo Karate Kid es que es infumable.

Resulta tan desdibujada que ni siquiera alcanza sus pretensiones de película infantil. Que haya bajado la franja de edad de su público objetivo dice mucho de la cinta. Que además se presente como una superproducción de sobrados medios y empeore con diferencia al original, dice bastante del funcionamiento del Hollywood actual.

Aparatosa, poco divertida, lineal en lo narrativo y centrada constantemente en la incapacidad humorística de Jaden Smith, hijo del actor Will Smith y llamado a llenar la cartelera de engendros cinematográficos como el presente, tanto o más que su padre.

La nueva Karate Kid no sólo es aburrida, sino que se extiende en unas interminables dos horas y diez minutos de película, que prometen constantemente un gran momento que nunca va a llegar. El concurso final es tan insustancial y previsible que no compensa ni por asomo la odisea argumental que ha planteado previamente.

Jackie Chan, que decide protagonizar el rol secundario del único personaje de toda la historia con un mero trasfondo, pierde sus momentos de brillo frente a un artefacto pendiente siempre de las muecas del niño y nunca se preocupa en compensarlas o contrastarlas con la actuación de su mentor en las artes marciales.

Remake absurdo en toda regla, no ya por desvirtuar el original y convertirlo en una copia mediocre de su referente, sino por ser absolutamente incapaz de ofrecer nada nuevo. Ni su nueva historia de amor adolescente ni sus dos histriónicos actores principales ayudan demasiado.

Su insistente promesa de que ha de llegar un momento cuando menos interesante ayuda a sobrellevar la excesiva duración de la película, virtud que por desgracia atesoran pocos filmes del mismo calibre que este Karate Kid para niños.

Nada nuevo bajo el sol. Se echa mucho en falta un personaje como el Señor Miyagi. Que la película no se plantee ni por asomo representar a un Jackie Chan cercano al personaje fundamental de la saga habla de su carencia de valentía en todos los aspectos. La puesta al día del original termina por arruinar su encanto.

Por el contrario tenemos el surgimiento de una nueva estrella, mal que nos pese. La carismática e insoportable presencia de un Jaden Smith llamado a conquistar el mundo.