El cine según Angelopoulos

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Como si de un lejano sueño se tratase, la obra cinematográfica de Angelopoulos está cubierta de una espesa niebla que parece llevarse el mundo a su paso. Eternamente nostálgico, su cine bien podría constituir un eterno lamento por una Grecia que, a ojos del realizador, pierde su identidad a cada día que pasa. 

Tal y como ocurre en el maravilloso plano-secuencia con que La mirada de Ulises (1995) atraviesa varias épocas de la historia, el tiempo se nos escapa de entre los dedos. Los filmes de Angelopoulos tratan de mirar atrás para contemplar y no olvidar nunca aquellos que se ha perdido. Su cine, fuertemente influido por Tarkovsky, invita a empañarse de esa nostalgia y compartir ese poderoso sentimiento de pérdida que atraviesa un cineasta irrepetible. 

Cuando le preguntan por lo que significa el cine para él en el proyecto colectivo Chacun Son Cinema (2007), Angelopoulos habla de sí mismo, de la proyección en la pantalla como auténtica vivencia, como auténtico recuerdo. Como auténtica poesía.

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