Castillos de Cartón (Salvador García Ruiz, 2009)

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Película caprichosa y obsesivamente fiel a la novela de la que parte, ‘Castillos de Cartón’ se resume en una sola de sus primeras escenas: un chico que seduce a una chica y, a su vez, un tercero seduce a ambos para formar un trío amoroso que deriva en una relación a tres bandas que se prolonga en tanto que amistad, trabajo (estudio) y sexo les unen durante una joven y efímera etapa de sus vidas.

Lo que condiciona tanto al filme es que su argumento no va mucho más allá que el de adivinar los devaneos de los tres personajes protagonistas, confía demasiado en la narración literaria y se deja llevar muy poco por las posibilidades del cine como narrador en sí mismo, lo que la convierte en una película sin alma, llana, que camina sin voluntad propia presa de la estructura de un libro que, como película, no encuentra la manera de extender su discurso.

 

Excelente música de Pascal Gaigne, y excelente trío actoral que retrata con dignidad las abundantes escenas de sexo que contiene la película, un sexo que, paradójicamente, nunca se hace explícito del todo por una corrección política que resulta de lo más incoherente con la historia que trata de contar.

 

Su bien su floja narración impide esperar grandes cosas de ella, ‘Castillos de Cartón’ resulta una propuesta cuando menos refrescante, en un panorama español donde buena parte de los proyectos se ahogan en la ya mencionada corrección política, o bien en la torpeza o ingenuidad de la dirección, o bien por un ‘ombliguismo’ que ensalza en todo momento la figura del director en detrimento incluso de la propia historia.

 

El tramo final evidencia, nuevamente, las carencias cinematográficas que propone la fidelidad total al texto literario en el que se basa la obra. La poca fuerza que tenía queda disipada en diferentes ramificaciones, en hechos que no se explican deliberadamente en una película que intenta explicarlo todo. Deliberaciones y anarquías que ganan la partida a la dirección y que conforman una película irregular, pero siempre interesante.