Aronías (I Encuentro Internacional de Cineastas en Arona)

Cine para entender el mundo. El municipio de Arona, en Tenerife, acogió por vez primera un encuentro-taller destinado a los residentes con el propio lugar como motivo de creación, con el deseo de fortalecer el vínculo entre la comunidad de residentes y su localidad.

Los tres proyectos artísticos provenían de naturalezas muy distintas a pesar de compartir ese objetivo común: «El espacio para revelar tiene que ser oculto», un taller impartido por Helena Girón y Miguel Aparicio que tuvo lugar en el IES Los Cristianos, proponía el trabajo directo con la cámara de super 8 y el acercamiento a la materialidad del cine para redescubrir lo real a partir de la elaboración de un documental observacional. «Oído Cinema!», impartido por Chus Domínguez y Nilo Gallego con alumnos del IES Las Galletas, pretendía propiciar el encuentro con un film imaginado a través de la realidad sonora del municipio y la sugestión generada por esos sonidos. Un tercer taller, titulado «Cinemaguachinches y Videobabilones», a cargo de Xurxo Chirro y David Pantaleón, ofrecido por el Centro Cultural de Los Cristianos, planteaba un sistema de creación con el deseo de poner en valor la naturaleza de la imagen en relación con el territorio.

Los talleres no sólo propiciaron la reflexión sobre la imagen como motor de la identidad, uno de los grandes objetivos del proyecto, sino que además, en la práctica, consiguieron llevar la actividad del cine como instrumento cotidiano a un lugar donde la relación con lo cinematográfico es aún una utopía. «¿Por qué desde Arona no desmitificamos a la industria de Hollywood?», se preguntaba el taller de los Videobabilones como declaración de intenciones, y aquella fórmula no podría estar más fuertemente vinculada a la idea de convertir el cine en un instrumento de expresión accesible para todos: jóvenes estudiantes que se habían inscrito en el taller de Xurxo y David no podían dejar de expresar un cierto entusiasmo ante una actividad inédita en el municipio y con la que soñaban tiempo atrás. Los alumnos de los dos institutos participantes, sin poder renunciar a sus obligaciones como estudiantes durante esa semana, abrazaron aquella nueva rutina como forma de abrazar también el frescor de la novedad, el valor de lo artístico, un nuevo aliciente en su formación educativa, el impulso de la creación colectiva.

El otro gran valor de esta primera edición de Aronías era tomar conciencia del valor del patrimonio, generando un archivo audiovisual de los trabajos realizados en estos encuentros que forma, desde ya mismo, parte de la identidad audiovisual del municipio de Arona. En la existencia (y en la futura conservación) de esos trabajos descansa una de las bases de este joven, ilusionante proyecto: trabajos hechos con las manos de todos que ayuden a recordar el valor de lo que nos rodea. El cine dejó de ser, durante aquella semana, un objeto inalcanzable con el que soñar desde la lejanía: se convirtió en un elemento ligado por fin a lo humano, en un instrumento cercano con el que hablar del hoy, del ahora, de quiénes somos y de qué identidad queremos construir como sociedad.