Con la llegada del nuevo año se impone la necesidad de hacer balance, siempre desde la subjetividad y el deseo de reivindicación de aquello que parece quedar olvidado ante los estrenos multitudinarios. He aquí una propuesta alrededor de la que empezar a rastrear lo mejor del año 2016 en cine siempre como apunte, como puerta abierta al cambio y a la posibilidad de seguir pensando.
10 – La tempestad calmada (Omar Al Abdul Razzak)
Al lanzarse a filmar el último viaje de un navío de pescadores, esta inusual e imprescindible película propone una fascinante travesía visual (y sonora) que no sólo contempla el fin de una época para una familia, sino también el retrato de toda ella a través de los rostros y de los sonidos del barco. Dividida en tres actos en los que la forma muta por completo, el tercer bloque se centra en una conversación entre padre e hijo que podría inscribirse entre las grandes secuencias de relatos intergeneracionales que ha dado el cine.
9 – Le Parc (Damien Manivel)
La premisa es sencilla: una pareja adolescente pasea a lo largo de un parque, pero el segundo tramo del relato se ve envuelto en las sombras, como si la realidad se hubiera quitado la máscara de lo cotidiano y los miedos, desilusiones y fantasías de la joven quedasen completamente al descubierto. El hermoso recurso formal de utilizar una estructura que funcione a modo de espejo es uno de los grandes logros de esta pequeña película, capaz de acercarse a una época vital donde toda emoción se sobredimensiona. Poner eso en pantalla es un reto que Damien Manivel ha enfrentado a partir de un sencillo pero conmovedor ejercicio de imaginación.
8 – A Quiet Passion (Terence Davies)
Terence Davies continúa, después de Sunset Song (2015), con su particular desafío en torno a los límites de la adaptación literaria: ¿qué es adaptar para el cine y qué supone hacerlo? ¿cómo transformar las palabras de un libro en imágenes? A Quiet Passion se construye a partir de una intensidad actoral inagotable y una perfección formal que hace pensar en la enorme medida de este cineasta: un autor que no deja de interrogarse a sí mismo.
7 – Mimosas (Oliver Laxe)
Probablemente la película de Oliver Laxe sea lo más cercano a una experiencia de lo espiritual que pueda brindar el cine contemporáneo: mientras sus imágenes relatan el tránsito de unos personajes que transportan un cuerpo a través de las montañas, el aliento del filme remite siempre a lo introspectivo, a que los protagonistas miren continuamente dentro de sí, al tiempo que también invita a hacerlo desde fuera de la ficción a través de unas imágenes que, plenas de libertad, permiten pensar que todas las interpretaciones son posibles.
6 – The Challenge (Yuri Ancarani)
Ancarani se lanza a filmar las actividades de varios jeques árabes en Quatar desde unas directrices muy marcadas que condicionan el relato, desde las localizaciones que pueden aparecer o qué es aquello que debe quedar siempre fuera del cuadro. El resultado es un ejercicio de extrañamiento: al choque cultural debe sumarse una vida de riqueza inagotable que genera comportamientos de lo más absurdo. Un gusto estético exquisito, un trabajo de sonido arrollador y una banda sonora que comenta lo filmado, a modo de paréntesis entre una secuencia y otra, son los elementos en los que se apoya una película sobre la que no dejar nunca de pensar.
5 – Arrival (Denis Villeneuve)
He aquí el testimonio de que otro cine comercial es posible, una superproducción capaz de cambiar las reglas o, al menos, de certificar que no todo está dicho en el mundo del cine como entretenimiento. Arrival es al mismo tiempo un relato profundamente emotivo sobre un personaje femenino y, también, una reflexión conmovedora sobre el lenguaje. Para ello, Denis Villeneuve transforma las disciplinas artísticas del filme en portadoras de ese discurso. Una decisión que aplaudir: si el relato gira en torno a la importancia del lenguaje, ¿por qué no aprovechar para reflexionar sobre las capacidades comunicativas de todos los recursos que atesora el cine?
4 – Nocturama (Bertrand Bonello)
Un grupo de jóvenes organiza un atentado terrorista en París y se refugia más tarde en un centro comercial. La película puede parecer frívola al jugar con un delicado tema de actualidad, pero en realidad no hay tanto de oportunismo como de reflexión cinematográfica: cada miembro del grupo forma parte de un estrato social diferente, de una raza distinta, una forma de decir que todos los seres humanos son iguales en esencia. Pero lo más interesante es la forma en la que, primero, Bertrand Bonello se plantea qué mecanismos mueven a una película de acción (el travelling, el montaje paralelo, el ritmo de la narración), mientras que más tarde se propone hacer una película lo más aséptica posible a la manera de Bresson, o de Huillet y Straub. Esa reflexión sobre la imagen, y no su mensaje político, es lo que convierte a Nocturama en una película notable.
3 – La idea de un lago (Milagros Mumenthaler)
De todos los temas que puede tratar el cine, cómo manejar la ausencia ha sido siempre uno de los que más problemas ha planteado, pero también uno de los que propone soluciones más imaginativas, además de las implicaciones emocionales que quedan en juego. La película de Mumenthaler está llena de momentos aislados de brillantez, de pequeños hallazgos, de inspiradas reflexiones personales. Al mismo tiempo que atraviesa un período de la historia de Argentina, la cineasta se interroga sobre cómo situar en escena aquella pregunta sin respuesta.
2 – Aquarius (Kleber Mendoça Filho)
Una mujer se niega a abandonar el piso en el que ha vivido siempre, impidiendo a una constructora derribar el edificio completo. El personaje femenino, fuerte y autosuficiente, encarna todos los valores políticos y morales del cineasta, una extensión más de su personalidad arrolladora no sólo por la ideología que mueve al relato, sino sobre todo por la sugerente experimentación narrativa y la absoluta libertad formal con la que se mueve la película. Elogio del lugar, reivindicación de lo físico y exploración monumental de los afectos a través de lo único visible que queda de ellos: los objetos más pequeños, inútiles e insignificantes, que construyen nuestra memoria.
1 – Las mil y una noches (Miguel Gomes)
Puede que este sea el mayor documento que ha dado el cine sobre la crisis financiera desde la perspectiva europea. Producida en 2015 pero estrenada en España un año más tarde, la película de Miguel Gomes trata de explicar los recovecos de la crisis a partir del cuento y de la fantasía, entremezclándolo con lo real y permitiéndose mil y una digresiones, de modo que es al tiempo documento histórico y festival creativo. La fuerza de sus imágenes, la potencia de sus metáforas, su capacidad para explicar el mundo, la conmovedora combinación de música y propuesta visual y su inabarcable duración (la película está formada, en realidad, por tres volúmenes diferentes) la convierten en uno de los más bonitos monumentos artísticos de su tiempo.