Hace bastante tiempo que Hollywood descubrió el enorme poder de atracción que implicaba el incluir el nombre de un gran autor alrededor de la promoción de la película, incluso aunque éste no fuera el realizador del filme y estuviera implicado simplemente en labores de producción.
Este maravilloso arte del engaño a toda costa, que ha tratado siempre de vender los productos más mediocres de autores desconocidos a precio de oro, encuentra uno (y hay cientos) de los ejemplos más devastadores de este tipo de políticas de marketing.
Lo que tenemos ante nosotros es una de las peores películas de ciencia-ficción que ha dado el cine americano en las últimas décadas, y uno de los reclamos comerciales más lamentables de los últimos tiempos.
Utilizando el nombre de Peter Jackson en la producción como gancho, un autor desconocido firma realización y guión de un infumable filme acerca de la convivencia entre alienígenas y humanos tras el aterrizaje de una nave en territorio norteamericano.
El material audiovisual es extenso: los formatos de video, televisión, documental y cine que se alternan con soltura y eficacia ayudan a crear la sensación de realismo, de cercanía y la certeza narrativa de que todo lo que ocurre sucede en tiempo real. La magia de unos asombrosos efectos especiales que le otorgan una enorme potencia visual a Distrito 9 ayuda a fortalecer esa sensación de realismo.
No es la técnica sin embargo lo que hace que la película sea totalmente intrascendente.
La cinta comienza con una interesante trama en la que se plantean hipótesis muy razonables acerca de lo que ocurriría si una nave espacial aterrizara en el planeta tierra y de cómo reaccionarían los humanos.
Sin embargo esa premisa, cuando menos curiosa y no carente de interés, se desinfla apenas pasados unos minutos y pronto desvela sus verdaderas intenciones: la de una película de acción con un desarrollo infantilizado y ridículo hasta la médula.
No es la primera vez, ni sera la última, que las distribuidoras castigan el desconocimiento del público con este tipo de reclamo comercial. Lo importante es aprender a distinguir este tipo de engaños y, con suerte, mantenerse lo más alejado posible de ellos.