La comedia romántica posiblemente sea el género que más bebe de las modas del momento, de las coyunturas y de los tiempos en que sale al mercado, quizás por aquello de hacer sentir dentro de la historia de la manera más burda y torpe posible al espectador medio que acude a ver este tipo de películas.
Ellas no se basan en el entretenimiento ni en contar una historia, sino en el engaño. Se basan en dar a sus espectadoras, pues normalmente se trata de un corte femenino, todo aquello que desean oír y ver, transformando los estereotipos en una norma común que nosotros aceptamos y asumimos con apatía y un conformismo preocupante.
Nunca dialogan con el cine, ni con su pasado ni con su presente, el único diálogo es la presión silente que genera en el espectador en la que éste debe sentirse obligado a asumir que lo que ocurre en la pantalla debe ocurrir también en su vida de cualquier manera. No tienen ninguna proyección en el arte ni en el propio medio cinematográfico, y como tales, su fecha de caducidad es exactamente la misma que la que anuncia su estreno.
‘Qué les pasa a los hombres’ (titulada en realidad ‘He`s just not that into you’, mucho más fiel a las intenciones del filme) atesora todos los defectos y contradicciones de un género que acusa una saturación excesiva y una repetición de su fórmula que ha terminado por hacerla cansina. La trama intenta emular el éxito mediático que supuso la comedia inglesa ‘Love Actually’, que ya era en sí misma un despropósito argumental repleto de efectismos baratos. Que esta cinta americana evoque evidentes resonancias con ese modelo dice mucho de la propuesta.
Rodada como si se tratara de una tele serie al uso más, pero con actores de primera línea, termina cayendo en los tópicos con más facilidad de la que cree, a pesar de sus loables esfuerzos por conseguir lo contrario.
Esfuerzos que se ven reflejados en una historia que, como material de partida, muestra ya claros signos de tragedia y drama en cada uno de sus personajes, tratando de alcanzar un realismo que contrasta luego con sus mensajes ambiguos y su traza desdibujada y cursi.
Ambigua puede que sea la mejor palabra para esta cinta, en la que no sólo su mensaje es poco comprometido sino también la moral de sus personajes. La resolución de las diversas historias y la pretenciosa intención de mostrar todos los tipos de relación amorosa posibles también están teñidos de esa falta de compromiso y coherencia que castiga a toda la película.
Sensacional plantel actoral para un reparto coral que no aprovecha bien el trabajo de sus actores, pues los personajes están escritos de manera plana y sin relieve alguno. Bien es cierto que una espléndida Jennifer Connelly llena la pantalla de una gran intensidad interpretativa cuando aparece, pero la pantalla vuelve a ensombrecerse de mediocridad cuando la copan Scarlett Johansson o Drew Barrymore (también productora de la cinta), sin mentar a la lamentable actriz principal, capaz de reunir en su actuación y en su personaje todos los tópicos del género posibles.
Secuencias aisladas interesantes y algunas actuaciones brillantes, aderezadas con el intento de obtener una comedia romántica de tintes dramáticos y con algunas novedades en el género, no son suficientes para sostener una película que se sabe fallida desde el primer momento, que no es capaz de combatir su tono mediocre y de sofisticación sólo aparente y se abandona con apatía y descaro a escarbar en los lugares comunes de todas las comedias románticas de los últimos tiempos.