Puede que la comedia romántica sea el género definitivo en el que un actor sea capaz de convertir una película en algo valioso o de arruinarla por completo. En ¿Cómo sabes si…? conviven dos ejemplos perfectos, tanto en lo bueno como en lo malo.
La presencia de Reese Witherspoon es de esas capaces de iluminar y de insuflar de vida la película, de dotarla de esa cercanía y humanidad tan especiales que sólo tienen las grandes obras. Paul Rudd, sin embargo, convierte su papel protagonista en carne de videoclub, y puede que ese error de casting sea el que transforma equívocamente el filme en una colección de tópicos visuales sobre la comedia romántica.
Pero no sólo es culpa del actor que la película esté siempre impregnada de una desidia visual que afecta continuamente al resultado de las escenas y de la película en su conjunto. Ni siquiera la iluminación imaginativa y colorista de Janusz Kaminski, operador habitual de Spielberg, hace olvidar la nefasta impresión de que no se encuentre nadie tras la cámara.
Y entonces llegamos al verdadero epicentro del asunto, a un director que tiene más de escritor que de creador de imágenes, y que siempre ha necesitado la complicidad de un director de fotografía que asuma el reto creativo de la puesta en escena frente a su incapacidad para traspasar con eficacia a la pantalla sus soberbios textos.
Y en ese sentido, James L. Brooks no encuentra en Kaminski la complicidad que sí tenía con John Bailey en Mejor…Imposible, una de sus mejores películas. Encuentra una iluminación estupenda, y su dirección de actores es magnífica, como de costumbre en su cine, pero las imágenes siguen teniendo el terrible aspecto de lo plano, lo insustancial, imágenes opacas que no dejan traslucir ningún mensaje.
Una verdadera lástima ese descuido por la puesta en escena, por una narración que poco dista de la desidia imperante en el mundo televisivo, porque el texto que Brooks escribe y representa en pantalla es, una vez más, como el de los grandes maestros de la escritura, repleto de situaciones que dan una vuelta de tuerca a lo evidente y huye constantemente de lugares comunes.
Si bien la trama de la investigación fiscal y el papel de Jack Nicholson parecen existir por razones argumentales y comerciales respectivamente, la historia de amor que vive el trío protagonista contiene numerosos momentos que merecen ser considerados bajo una mirada sensible y diferente. El título original, Cómo sabes si, bien podría ser Qué pasaría si. El excelente escritor de historias toma cada situación de su película y la confronta a diferentes posibilidades, como si los personajes fueran protagonistas de un juego de metaescritura.
En todos esos detalles literarios, y en los destellos que Witherspoon extrae de su desdichado personaje, se encuentra el alma de un filme accidentado y fallido, en la que sin embargo puede encontrarse más valentía que en ninguna otra comedia romántica de nuestros días. Un seminario de escritura que no encuentra, por desgracia, una traducción visual a la altura del texto. Hay que aprender a leer, pues, esta película, en lugar de mirarla, para saber apreciarla del todo.