La hija del reconocido realizador David Lynch firma aquí su primera película, con su padre como productor ejecutivo de la misma y también como la principal influencia sobre su autora, que dirige un filme muy cercano al universo de ‘Terciopelo Azul’ o ‘Twin Peaks’.
A la autora, sin embargo, presa de una nueva generación de cineastas y criada en otro mundo audiovisual muy distinto, le interesan otros temas bien diferentes a pesar de moverse en ese universo similar. Se mueve por un cine comercial, un cine irreverente y gamberro tal como el policiaco de los años noventa, movida por una influencia tarantiniana que, combinada con la de su padre, forma un contexto muy familiar para contar un aparente relato policiaco convencional.
‘Surveillance’ está sustentada por un portentoso guión que controla férreamente todo el desarrollo de la historia, establece incluso el tempo narrativo, el ritmo del filme y la calidad de los personajes al definirlos muy detalladamente. La loable labor de casting contribuye a alabar esta faceta al ofrecer una actuación coral maravillosa, con Bill Pullman y Julia Ormond como principales artífices de esa exhibición.
La directora novel, con este estupendo material en las manos, opta por no cometer ningún riesgo formal y cuenta su historia con pleno convencimiento, llevada por el control férreo de su texto, sin excesos ni piruetas visuales, con un contenido tono dramático que extiende a toda la narración.
Los giros de guión, tan endiablados como inesperados, son el principal aliciente de esta inusual historia policíaca: una construcción aletargada, precisa y contenida que desemboca en una cadena de acontecimientos sorprendente. Pero bajo esa política donde lo más importante son los giros argumentales, la propia historia se resiente y se revela pronto presa de esa necesidad cambiante, de esa cualidad mutante que le obliga a sorprender a cada minuto que pasa. Es ahí donde pierde parte de su coherencia, de su fuerza, y una vez resuelve el misterio del asesinato su desarrollo final pierde toda consistencia y deviene en una rutina insípida.
Contada a modo de flashbacks a través de los testigos del accidente-asesinato, con mucho humor, un excelente montaje, una violencia desmedida y la muestra de las injusticias policiales que se cometen en muchos pueblos de