Primero fue Días de Fútbol, y más tarde Días de Cine. Dónde ha quedado esa serie de días, de resultado irregular pero siempre interesantes?
David Serrano, que escribiera los guiones de El otro lado de la cama y también de Los dos lados de la cama, comedias españolas de notable éxito, acometió su salto a la dirección a través primero de una hermosa historia coral, y luego de una autocrítica paródica y reflexiva sobre el pasado del cine en su país.
Una hora más en Canarias no esconde el olor a encargo que ya despedían sus anteriores películas, pero en ella ya no puede percibirse la huella de su autor.
La película se presenta como un musical compuesto de pequeños spots cercanos a la parodia televisiva, más próximos al anuncio comercial como género que a cualquier identidad cinematográfica.
Ni siquiera el desenfado de su puesta en escena es capaz de disimular la desidia de su narración, su guión convencional, sus enormes carencias como historia, su armazón endeble ni su primitivo sentido del humor.
Serrano descuida la puesta en escena. Ninguna de sus elecciones resulta acertada, todo parece atropellado, mal medido. A partir de ahí, todo desmerece, nada está en su sitio y cada acontecimiento resulta falso, descolocado, sin interés.
El encanto turístico se superpone a las emociones de sus desdibujados personajes. Quim Gutiérrez muestra su permeabilidad hacia todos los géneros posibles, pero su personaje es el menos definido de todos. Juana Acosta protagoniza los momentos más románticos de la cinta, pero incluso esos detalles de fantasía resultan forzados. Angie Cepeda intenta dar credibilidad a los enredos de una trama que aterriza en todos los lugares comunes posibles, pero su insistencia y sus limitaciones como actriz son otro de los puntos negros de la cinta.
El rol caricaturesco de Miren Ibarguren como amante enloquecida y furiosa atesora los únicos momentos en los que la comedia funciona, pero siempre terminan por llegar a la vulgaridad para diluir el buen humor inicial que destilan las escenas.
David Serrano es un excelente escritor de comedia, pero su habilidad como realizador parece haber empequeñecido con el tiempo, en lugar de haber evolucionado.
Una hora más en canarias pertenece a ese montón de comedias desdibujadas y vulgares que pueblan la cartelera y que confunden la serie costumbrista de televisión con el cine, el cine musical con canciones impuestas sin sentido alguno, la alegría estética con coreografías descafeinadas, lo romántico con lo fantástico, el exotismo con el turismo, la sutileza con el exceso y el humor con lo vulgar. En ella se revelan, uno a uno, todos los pecados capitales de nuestro cine comercial.