La labor de Juan Antonio Moreno, colaborador habitual del Diario de Alcalá, en torno al mundo cinematográfico del cortometraje español y a sus autores contemporáneos, ve la luz en una publicación de la Editorial Tal Vez: Cine en corto, una aproximación a los últimos cortometrajes españoles.
La edición de Cine en corto supone un pequeño triunfo para la literatura cinematográfica, pues ha permitido que salga a la luz la obra invisible de muchos autores de nuestro cine, del cine más importante, del presente y del futuro.
Un necesario y providencial trabajo de recapitulación, de descubrimiento y de un contagioso deseo de compartir lo encontrado a través de los cuarenta y un cortos españoles a los que el crítico dedica un extendido análisis.
Surge así la celebrada oportunidad de encontrarnos con las primeras obras de los cineastas que ya perfilan el panorama más interesante de la cinematografía del hoy: los primeros trabajos de Javier Rebollo, que luego realizaría los largos Lo que sé de Lola y la excelente La mujer sin piano, o los primeros pasos de Daniel Sánchez-Arévalo, autor conocido por Azul Oscuro casi Negro y realizador de la reciente Gordos.
Es también la oportunidad de admirar cómo comienzan a gestarse las filmografías de los más jóvenes y prometedores artistas: José Carlos Ruiz, en su corto Cuadrilátero, o la obra de Rodrigo Rodero que ya ha conquistado un lenguaje personalísimo con El idioma imposible, su ópera prima en el mundo del largometraje.
Cine en corto tiene una importante vocación expositiva, en la que su autor huye de tecnicismos y del clásico discurso impenetrable, propio del crítico cinematográfico, para proponer una redacción accesible a cualquier lector que se acerque con curiosidad a las reseñas de las obras que contiene.
Se trata, en fin, de un hombre que renuncia a generar una mirada crítica en torno a su condición de espectador y afronta la escritura de su libro con pasión e ilusión desbordante al reconocerse enamorado de un formato denostado por la industria (podemos encontrar en sus páginas un artículo dedicado al estado de la cuestión en las instituciones nacionales, inevitable ante el abandono al que enfrenta el sector).
Acompaña a la sección central de críticas una generosa historia del cortometraje en España, muy de agradecer, que abarca desde los inicios hasta unos apuntes con vistas al futuro, con el esperado espacio para el cine de animación.
La cita del prólogo, del mencionado Javier Rebollo, tiene mucho de declaración de intenciones: “La crítica me parece algo fundamental, importantísima. Creo que el crítico es el alter-ego del cineasta. Es fundamental que directores y críticos hablen. El crítico cuando escribe está dialogando con el director, estaría bien que éste le devolviera la llamada. Eso es reflexión”.
Así comienza el libro, y podría decirse que con él comienza una nueva etapa para el cine de nuestro país. Una era en la que no sólo se valore la labor del crítico, sino que el artista ha entendido que éste, en última instancia, es el último aliado que le queda para que su obra llegue al espectador, más allá del infierno implacable de la distribución comercial.