Producción danesa sin más ánimo que poner de relieve nuevamente la trama de la británica Quiero ser como Beckham, comedia de gran éxito que trataba la imposibilidad de una chica de origen indio de alcanzar sus sueños debido a las exigencias de su familia y su cultura.
Fighter utiliza el mismo planteamiento, la misma estructura e incluso esa subtrama de las dificultades culturales (en este caso, turcas) para iluminar la historia de una joven que desea por encima de todo convertirse en una gran luchadora de kung-fu.
La ingenuidad de su planteamiento se equipara felizmente con la sencillez y falta de pretensiones de su manera de narrarse, y en esa agradable displicencia y en ese gusto por contar una historia sencilla, Fighter funciona como producto de entretenimiento a través de la dulzura e ilusión que sus secuencias son capaces de desprender.
Siendo capaz de adivinar cada paso de la película, ésta no trata de ofrecer ridículas vueltas de tuerca ni pretenciosas revisiones del cine adolescente, sino justamente una película de agradable visionado que sepa contar y transmitir cómo las ilusiones de una chica son capaces de sobreponerse a todas sus más duras dificultades.
Ahí radica su principal éxito, y una vez aceptadas sus reglas, ver Fighter sin esperar que cambie la vida de quien la disfruta es todo un placer.