Agallas (Samuel Martín Mateos, Andrés Luque Pérez, 2009)

Agallas

En el cine español existe cierto tipo de películas de género que tratan de emular a las grandes producciones americanas en su forma y en su ejecución, sin tener muy claras en qué consisten realmente ambas cosas.

 

La ingenuidad con que están realizados estos productos, que radica principalmente en su incapacidad para sostener con eficacia los modelos en los que se basa, termina por convertir la película en una mala copia de sus referentes.

 

‘Agallas’ es uno de esos resultados, que empiezan a contarse por centenares, y que se convierten por derecho propio en una de las razones más tangibles para comprender la situación actual del cine español.

 

Ni Hugo Silva, protagonista absoluto, ni la fortalecedora presencia de Carmelo Gómez, consiguen sostener un mal argumento alrededor del mundo de la mafia en la costa gallega, plagado de los tópicos del género y cercano a la ridiculez en buena parte del desarrollo de la trama.

 

Interesa en gran medida la capacidad técnica y los generosos medios en los que se desenvuelve la acción, por muy incapaz que ésta sea de desligarse de las ataduras de su torpeza narrativa.

 

Interesan la fotografía y el trabajo de los actores, envueltos en la vacuidad de un argumento banal, en el constante quiero y no puedo de una película que no les permite salir de unos personajes estereotipados.

 

Ver cómo sus creaciones sobresalen de entre la mediocridad del producto final es el último aliciente que le queda al filme, cuando todas sus cartas han sido puestas sobre la mesa y se delata finalmente, circulando a la deriva por los derroteros más acostumbrados de las malas películas de género con la única pretensión de emularlas.